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Aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa, el punto de inflexión en la Reconquista

Hoy se cumplen 808 años de una de las más importantes en la historia de España

La batalla que ganó el orgullo de un rey por no querer volver vivo a Castilla

Madrid

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 07 mar 2024

Nos tendríamos que remontar al siglo XIII. En la España peninsular de entonces los reinos cristianos encabezados por Alfonso VIII de Castilla dejaron de disputarse territorios y privilegios para frenar el avance de la Reconquista. Para enfrentarse al Imperio Almohade del califa Mohamed Al-Nasir.

La llegada de los almohades a la Península tuvo lugar entre los años 1146 – 1147. Por entonces, ocuparon las bases fronterizas de Tarifa y Algeciras. En el 1195, la derrota en Alarcos (Ciudad Real) de Alfonso VIII frente al califa fue decisiva. Este hecho propició que replagaran sus tropas hasta Toledo.

Tras esta derrota, Alfonso VIII pidió ayuda al Papa Inociencio III quien puso en marcha una bula de cruzada. Este hecho, propició que el resto de reinos cristianos peninsulares de Aragón, Castilla y Navarra se unieran y lograr reunir una fuerza de 27.000 hombres, la mayoría de ellos castellanos.

El contingente cristiano avandonó Toledo en mayo de 1212, y avanzaron hacia el sur al encuentro de los almohades. El 13 de julio se encontraron frente a frente. Los cristianos lograron conseguir sortear el bloqueo musulmán sobre Despeñaperros, logrando cruzar al sur a través del paso del Puerto del Rey.

Llegados a este punto, los cristianos acampaban en la Mesa del Rey, mientras que los almohades de Al-Nasir lo hacían sobre el Cerro Olivares, separados únicamente por la llanura de las Navas de Tolosa. La batalla era inminente.

Alfonso VIII utilizó una estrategia diferente

El echo de ser derrotado en Alarcos (Ciudad Real) propició que el rey cristiano cambiara de estrategia. La caballería almohade ligera hizo demasiado daño en Alarcos con sus movimientos envolventes sobre la pesada y lenta caballería crastellana. Pero en esta ocasión el ejercito cruzado se dispuso en tres líneas. En la tercera, la retaguardia, se disponían los monarcas cristianos.

Fue en las primeras horas del alba del 16 de julio de 1212 cuando tuvo lugar la batalla. La primera línea cristiana salió al ataque cuesta arriba hacia las posiciones almohades. En el primer golpe los cristianos sorpasaron la primera línea musulmana. En ese momento los generales musulmanes pusieron en marcha la misma estrategia que en Alarcos. En esta ocasión no pilló desprevenido a un ejercitó cristiano que se reagrupó y se mantuvo unida frente a la segunda línea almohade.

El punto crítico de la batalla

Fue cuando la primera línea cristiana se enfrentó a la segunda línea almohade. En esta ocasión se redugo hasta prácticamente la midad la fuerza cristiana. Ante el denso combate, y la maraña de hombres que se formó en el campo de batalla. Las órdenes militares no pudieron poner en marcha su estrategia de cargas, y tuvieron que entablar combate cuerpo a cuerpo junto a la infantería cristiana que resistía.

Alfonso VIII tomó la decisión de no volver vivo y derrotado a Castilla. En ese momento, miró a su derecha, el arzobispo Jiménez de Rada vió como su rey desenvainaba la espada y le dijo: “¡Aquí, señor obispo, morimos todos!”. Ordenó que hondearan el estandarte de Castilla y se lanzó a la carga. Inmediatamente, los otros dos monarcas le siguieron. Este echo es conocido como la carga de los tres reyes.

La carga de los monarcas rompió la compacta línea almohade, y rápidamente los soldados cristianos penetraron el resto de filas musulmanas. Lo que provocó que los almohades se retiraran. Cuando los cristianos consiguieron derrotar la vanguardia, se centrarían en tomar el campamento musulmán y la tienda roja del califa. Quien había estado toda la batalla encerrado en su tienda leyendo el Corán.

Consecuencias de la victoria cristiana

La consecuencia más inmediata de la vitoria fue la toma de Úbeda y Baeza. La victoria pudo haber sido más efectiva si no se hubiera desencadenado en aquellos mismos años una hambruna que ralentizó la Reconquista. Este hecho no se resolvería hasta el año 1225.

Castilla fue la más beneficiada de la victoria. Fortaleció sus fronteras que eran más atacadas anteriormente, y se posicionó como el reino peninsular predominante. Su proyecto de expansión dio sus frutos cuando el reino de Castilla y el reino de León se unieron bajo el reinado de Fernando III el Santo.

Como consecuencia directa, a lo largo del siglo XIII la presencia musulmana fue perdiendo presencia. El único bastión musulman que quedó fue el reino de Granada, vasallo del rey de Castilla. Cuya conquista no interesó en un primer momento ya que pagaba importantes sumas de dinero a la Corona.

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