Entro en el cine y voy directo a las taquillas. Podría haber comprado las entradas por Internet, la alternativa que normalmente escojo, pero esta ocasión es especial. Es la primera vez tras el confinamiento y el objetivo es experimentar cómo y de qué manera ha cambiado todo. La primera duda surge de inmediato. Tengo que pagar y voy acompañado. La pregunta en este caso es obligada. ¿Nos podemos sentar juntos? Detrás de una pantalla y con un micrófono, tal y como lo recordaba, una chica me responde que sí. Me explica que ellos venden una butaca sí y otra no. Incluso añade un comentario: “No tendréis a nadie al lado, así que podéis estar juntos”. Lo cierto es que tiene lógica, pero no sé si será exactamente igual en todos los cines.

El siguiente paso es un clásico: palomitas y refresco. Aquí todo normal, sin aparentes cambios. Vamos en busca de la sala y en seguida hay algo que me llama verdaderamente la atención. Junto a cada puerta te encuentras con un dispensador de gel hidroalcohólico para poder lavarte las manos. Para utilizar tanto a la entrada como a la salida. Lo utilizo mientras espero a que abran la sala. Mi acompañante y yo estamos solos cuando de repente se acerca una persona hacia nosotros. No doy crédito cuando me doy cuenta de que se trata del mismísimo Pedro Almodóvar. Me quedo en shock y seguramente me arrepentiré toda la vida por no haberle dicho nada. Él nos mira sintiéndose observado por dos personas que se quedan atónitas. Mi vuelta al cine ya me había regalado una anécdota que jamás olvidaré.

Pero vayamos a lo importante. Pedro entraba a otra sala y yo a la mía. He escogido ‘La lista de los deseos’. Peli española con María León, Silvia Alonso o Victoria Abril entre otros. Ah, y un Salva Reina con el que es imposible no reírte gracias al buen rollo que transmite. Pero vaya, que yo no soy un experto en cine, aunque si me preguntan, la recomiendo. Me gustó. Nos habíamos quedado en la entrada a la sala. Me ‘tican’ la entrada y aprovecho para preguntar. ¿Tengo que llevar la mascarilla durante la película? La respuesta, rotunda: sí. Obedecemos lógicamente.

Una vez dentro, lo primero en la que me fijo tiene que ver precisamente con el final. Todavía no han arrancado ni las promos previas a la película y ya se te advierte de algo en la pantalla. La salida tiene que producirse de forma ordenada y te piden que tu cubo de palomitas o refresco lo tires en una basura al acabar de la película. Aquí también cumplimos, que no cuesta nada.

Arranca la película y en total somos cinco en la sala. Cómodos y fresquitos, que se agradece con la que está cayendo fuera. No lo recordaba como un sitio de tanto confort. He superado todas las fases hasta ver la película y lo cierto es que en ningún momento he apreciado ningún descuido. La conclusión: repetiría. Está claro que no es lo mismo, pero… ¿Hay realmente algo que no haya cambiado?