El fiscal ha mantenido hoy la petición de catorce años de cárcel por homicidio, la acusación particular veinte años por asesinato y la defensa la absolución, para un hombre de 41 años, Tomás A.S.S., quien ha proclamado su inocencia al final del juicio, desarrollado en la Audiencia Provincial de Valladolid.

"En ningún momento he estado en el sitio de los hechos. Soy inocente", ha manifestado el procesado cuando el magistrado presidente le ha concedido la última palabra en el juicio con jurado popular que se celebra desde el pasado viernes.

Los hechos sobre los que tendrán que deliberar desde esta tarde los cinco hombres y cuatro mujeres que componen el jurado popular ocurrieron el 9 de abril de 2017 en el paraje conocido como Soto de la Medinilla de la capital vallisoletana.

Allí murió Sebastián V.R., de 45 años, conocido en su barrio como Sebitas, quien fue hallado sin vida en el río tras recibir veintiún navajazos y golpes con un ladrillo.

La víctima fue a casa del acusado para preguntarle por un móvil que pensaba que le había robado; los dos se marcharon al Soto de la Medinilla -al parecer para ver si se había perdido por la zona el teléfono- y empezaron a pelear en una zona en la que no había nadie, ha narrado el fiscal al exponer su informe final.

Primero les vio un testigo, Pedro, quien dijo que el acusado dio patadas a la víctima cuando se encontraba tendida en el suelo; después Sebastián V.R. se levantó y se escapó por una zona de difícil acceso; el procesado le persiguió, le derribó, le golpeó en la cabeza y le apuñaló, sin que se sepa si primero usó un ladrillo para agredirle o fueron antes los navajazos, ha relatado.

El acusador público ha admitido que el testigo padece una minusvalía -su capacidad intelectual está en el límite con el retraso mental leve- a la vez que ha defendido su credibilidad al narrar cómo vio la agresión, con la salvedad de que no puede certificar con exactitud la cronología de lo observado.

"Valora las cosas como un niño grande", ha definido el fiscal sobre el testigo, una forma de actuar que también ha atribuido al fallecido, con una minusvalía cercana al cuarenta por ciento.

Existió alevosía y hubo ensañamiento, ha considerado sin embargo el acusador particular al considerar el crimen como asesinato y argumentar que la muerte fue lenta y que la víctima estaba viva cuando le tiró al río el procesado, quien se aseguró de que cometer el crimen en una zona desde el que Sebastián no pudiera pedir auxilio.

"No intervino en la muerte de Sebastián" el acusado, ha expuesto el defensor, antes de rechazar la "fiabilidad del testigo" que dijo haber visto al acusado dar patadas a la víctima y ha subrayado que en la navaja y el ladrillo supuestamente empleados para el crimen "no hay huellas" del procesado.

El letrado ha criticado que no se respetó la cadena de custodia, ya que no se acotó la zona del suceso cuando fue hallado el cadáver por la noche y se regresó a investigar transcurridas unas horas; ha opinado que la policía describió una "película de los hechos" basada en la "especulación de lo que pudo pasar", y ha alegado que no se ha vulnerado la presunción de inocencia.