Falta poco más de un mes para la disolución de las Cortes, pero seguimos en lo que podríamos llamar un escenario lampedusiano, donde parece que hay que cambiar todo para que todo siga igual. Y es que, en el fondo, desde la fallida investidura del pasado mes de julio, hemos visto muchos movimientos, por parte del gobierno, muchas reuniones con colectivos progresistas que, a fin de cuentas, no tienen poder para votar su investidura y pocos resultados prácticos.

Todo esto hace que, a día de hoy, la opción más factible sea la de la convocatoria de unas nuevas elecciones, sobre todo después del portazo de los socialistas a la última oferta de Podemos. En cinco horas dejó el PSOE en papel mojado ese documento de 113 páginas elaborado por la formación morada, en el que pedían volver a negociar en el punto en el que lo dejaron el pasado mes de julio, como si nada hubiera pasado, y como si no hubieran humillado a Pedro Sánchez convirtiéndole en el candidato que ha perdido dos veces una investidura.

Los socialistas han vuelto a incidir en la desconfianza que rige desde entonces sus relaciones con Podemos; y en sus diferencias en temas de Estado, como por ejemplo en todo lo referente a Cataluña. Aunque, si nos atenemos a ese último documento de los morados, en él solo se dice que son favorables a una mesa de diálogo que busque una solución a ese conflicto.

Así pues, las posiciones siguen siendo inamovibles: Podemos insiste en formar parte de un gobierno de coalición, y el PSOE se niega argumentando que los morados ejercerían poco menos que de comisarios políticos en ese Gabinete.

Pedro Sánchez muy criticado en los últimos días por sus ausencias en crisis como la del Open Arms, o los incendios de Canarias, viajará mañana a las islas y podrá pronunciarse de nuevo sobre el estado de su investidura. De momento, y a la espera de esa llamada que el líder socialista va a hacer a Pablo Iglesias, seguimos donde estábamos y lo único que se mueve, es el calendario.