Es de conocimiento popular que Gibraltar es un asunto controvertido en las relaciones entre España y Reino Unido desde hace siglos. En concreto, desde que nuestro país tuvo que concederle este territorio y Menorca a los británicos a cambio de que reconociesen a Felipe V como monarca español. Aquello ocurrió en 1713, Tratado de Utrecht mediante y muchísimo antes de que Francisco Franco llegase al poder. Para, entre otras cosas, reclamar para sí el peñón.

Aquello ocurrió el 18 de julio de 1940. Ese mismo día, y en plena Segunda Guerra Mundial, el Eje decidió tomar represalias contra los ingleses con Gibraltar como objetivo: habían incumplido su promesa de neutralidad con Francia, ya a merced del nazismo y con Vichy como capital. Sólo así se explica el bombardeo del peñón a manos de 74 aviones franceses, que apenas provocó algún incendio y daños menores y que muchos ciudadanos siguieron con pavor desde Algeciras.

Aún habría un segundo ataque aéreo de los franceses sobre Gibraltar meses más tarde, el 24 de septiembre. Este sí que produjo fallecidos (cuatro), heridos (12) y daños graves. A la par que el orgullo de los combatientes galos que protagonizaron el bombardeo. Aun así, los ingleses siguieron manteniéndose alejados de la neutralidad que se les exigía.

Esa condición de neutral sí caracterizó a España durante toda la contienda entre las potencias del Eje y los aliados (1939-1945). Sin embargo, se sabe que, en la práctica, el franquismo simpatizaba con el primero de los bandos. Y, en este caso, con su intento de arrebatar Gibraltar a los británicos. Quizá la reclamación española del territorio en 1940 pasó un tanto desapercibida, pero los intentos posteriores de quedarse con Gibraltar no lo harían. Hay que dar un salto hasta los años 60 para comprobarlo.

Ni la ONU hizo cambiar de opinión a Reino Unido

Franco nunca quiso una guerra con los ingleses para jugarse el control del peñón, ya que consideró que el paso del tiempo acabaría dándole la razón a España. Para intentar que Gibraltar volviese a ser territorio nacional, la diplomacia española solicitó la ayuda de la mismísima ONU en 1963. Lo hizo en aprovechamiento de la descolonización que apoyaba Naciones Unidas en aquellos momentos, con el ministro de Asuntos exteriores, Fernando María Castiella, al frente de la delegación.

Los países árabes y africanos estaban a favor de la reivindicación del franquismo. Esta se basaba en que Gibraltar fue ocupada en su momento por el legítimo rey español. También en que los británicos habían hecho algunas promesas de devolución, aunque incumplidas, en el pasado. Sin embargo, en Reino Unido se negaban a dar su brazo a torcer: ya habían perdido varias colonias en los últimos años y, además, no se iba a entregar un territorio democrático a otro dictatorial.

Ni siquiera hubo cambio de postura tras una votación, a finales de 1965, en la que la posición de España quedó reforzada con 96 votos a favor, ninguno en contra y 11 abstenciones. A pesar de que la ONU había aprobado que se establecieran negociaciones con Reino Unido para la devolución de Gibraltar, las mismas nunca se dieron: los ingleses siguieron negándose a realizar cualquier tipo de pacto con Franco.

¿Cómo se respondió a 'La pérfida Albión'? Con el cierre por completo de la puerta de La Línea de la Concepción, la prohibición de llegar desde el peñón al Campo de Gibraltar y la suspensión del transporte entre Algeciras y el peñón. Incluso hubo algún que otro político que propuso que también hubiera represalias militares por parte de España, aunque sus ánimos se relajaron. No se pudo decir lo mismo en lo que respecta a cierto sentimiento antiespañol, ya que la economía gibraltareña sufrió lo suyo por el bloqueo al que el franquismo sometió al territorio.

Todas estas medidas tampoco llegaron a buen puerto para los intereses españoles. Por tanto, la cuerda en lo que a Gibraltar se refiere dejó de tensarse en cuanto Franco hizo cambios en el Gobierno. A partir de entonces (1969), el conflicto quedó en un punto muerto del que no ha salido en unas cuantas décadas. Y, a pesar de lo mucho que el régimen hubiese celebrado lo contrario, el peñón no fue español. Ni lo es a día de hoy.