El factor más potente que guardaba Pedro Sánchez para lanzar al estrellato a Salvador Illa, una irrupción relámpago con poco más de un mes de antelación a las urnas catalanas para remover el tablero, se estrelló contra el aplazamiento de los comicios del 14 de febrero al 30 de mayo. Los guionistas del Presidente abogaron por ofrecer a la ciudadanía con la mayor rapidez posible una alternativa a los separatistas y el saldo es a favor de ERC o de JxCAT.

El golpe para Sánchez es más flagrante con el país inmerso en una tercera oleada de la pandemia. El escenario se ha complicado y sólo queda intentar blindar sin ningún pudor del desgaste a Illa hasta el 14 de mayo, fecha para el arranque oficial de la contienda. Ése es ya el propósito en La Moncloa.

Sólo entonces Pedro Sánchez solventará al menos una minicrisis en el Gabinete para facilitar la salida de Salvador Illa. Pocas son las certezas sobre las decisiones a adoptar por el Presidente en la remodelación gubernamental, pero las apuestas mayoritarias se dirigen a limitar al máximo los movimientos. El cambio de Illa por Carolina Darias para dar entrada de Miquel Iceta en Política Territorial. Sea como fuere, aún tiene por delante el titular de Sanidad casi 4 meses en el cargo de mantenerse intactas las aspiraciones.

Todos los objetivos se complican sobremanera, aunque únicamente se ha decidido a día de hoy acomodarlos a las circunstancias. Hasta tal punto de haber dado ya a entender el entorno presidencial que el pronunciamiento sobre los indultos de los líderes presos del 1-O quedará sin resolver antes de las catalanas, aun cuando lleguen a tener los informes del Tribunal Supremo, de la Abogacía del Estado y de la Fiscalía.

La estela de Salvador Illa aparece ya como un campo de pruebas de un ensayo: Cambiar el Consejo de Ministros por la política autonómica. Al salto del responsable de Sanidad pueden seguir con el paso del tiempo otros de aún compañeros suyos de Gabinete. La configuración de candidaturas se antoja un arma en manos de Sánchez que de ninguna manera va a desperdiciar. Las carteras se pagan con lealtad y todos quienes rodean al líder lo asumen. El Presidente tiene un par de años por delante para barajar pros y contras de emprender operaciones similares a la de Illa, auscultar encuestas propias y ajenas, quedando al albur de lo impredecible del futuro.

Por delante de la mayoría de las demás, previstas para 2023, Andalucía emergería como la región en celebrar sus elecciones a finales de 2022, siempre y cuando agote Juan Manuel Moreno Bonilla la Legislatura en medio del temor creciente a un desplome de su socio de CS en la comunidad autónoma. Siendo el Consejo de Ministros asemejado a una suerte de laboratorio de elegidos para ganar en conocimiento y en popularidad entre el electorado, María Jesús Montero es ya considerada la “candidata natural”, según el proceso de intenciones instalado en el entorno presidencial.

Su perfil, alejado de lo orgánico, ahorra a la titular de Hacienda pugnar por el liderazgo del PSOE-A, la mayor federación, con Susana Díaz presta a batirse el cobre en su cónclave regional que ya sólo podrá llegar a finales de este 2021 o principios de 2022 una vez la celebración del 40 Congreso Federal en la segunda quincena de octubre active la maquinaria del partido en cascada. La condición de ministra portavoz de Montero estuvo siempre lejos de ser casual.

Ese rol ha otorgado a María Jesús Montero toda la visibilidad pero igualmente ha dado muestras de desgaste. “El escenario es muy exigente. No le queda más remedio que meterse en todos los charcos. Para eso, la nombró el Presidente”, avisan sus entusiastas. Sin embargo, ha dejado de existir la unanimidad que la dibujó como una estrella ascendente en el socialismo.

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El camino ha llegado a estar también trazado en la sala de máquinas de La Moncloa, salvo cambio de planes sobre la marcha, para Reyes Maroto como futurible rival de Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Mucho más valorada la ministra de Industria dentro que fuera del Ejecutivo, al menos aparentemente, ha sido ya barajada para calzarse el traje de candidata socialista a la Puerta del Sol en una moción de censura que nunca ha dejado de estar en la mente de los estrategas para cuando pase la pandemia y siempre después de arrancar al PP la renovación del Consejo General del Poder Judicial, entre otros órganos constitucionales.

Visto lo visto, la perversión de Salvador Illa de usar su doble condición de ministro de Sanidad y de cartel electoral del PSC como punta de lanza puede tener su continuidad en otras figuras del Gobierno. El uso de la escenografía de La Moncloa es demasiado tentador, conociendo además el gusto de Pedro Sánchez por empapar de marchamo partidista todos sus pasos. Cosa distinta es que las circunstancias de inestabilidad se lo permitan.