• Jueves, 28 de marzo 2024
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Sánchez encara un "decisivo" Debate de la Nación en su peor momento

El objetivo del presidente es que la cita gire en torno a anuncios de "calado" y capaces de calmar a sus socios de coalición. Todavía debe convalidar el último plan anticrisis

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Ricardo Rodríguez
@rrodriguezmaeso

Jefe de Política

Madrid

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 23:26

Pedro Sánchez quiere derrotar su agónico final de curso en el Debate sobre el estado de la Nación. La pretensión del Presidente es hacer un relato de todas las catástrofes que le ha tocado gestionar, desde la pandemia a la guerra en Ucrania, para sacar pecho de su andadura al frente de un Gobierno de coalición que, a pesar de sus discrepancias internas, conserva el rumbo. La exaltación de su acción en favor de la ciudadanía va a ser uno de sus ejes.

Con el Gobierno dividido y acorralado por una inflación disparada hasta los dos dígitos, el consiguiente empobrecimiento de la población y unas perspectivas en otoño que amenazan el resto de la Legislatura, Sánchez encara la cita en su peor momento. Sin embargo, en La Moncloa han trabajado para intentar que el Presidente salga airoso. Llevan varias semanas perfilando un discurso con la intención de convertir en una oportunidad un trance marcado de antemano por la desolación de los suyos que ven cómo se les ha torcido el llamado a ser “el año de la recuperación”, una desmovilización de la izquierda que le acaba de costar una nueva derrota sin paliativos en las elecciones andaluzas y un cambio de ciclo en ciernes.

En estas circunstancias, Pedro Sánchez tratará de desmentir la imagen de su declive con más anuncios para congraciarse con una ciudadanía que le da la espalda a marchas forzadas. El mismo equipo presidencial ha elevado las expectativas con el despliegue por Sánchez de nuevas medidas que definen “ambiciosas”, de “calado”, unas coyunturales, otras estructurales, y, sobre todo, capaces, según vienen avanzando, de “contentar” al Gobierno en su conjunto. Porque el jefe del Ejecutivo hará de la crisis económica la médula de su intervención, blandiendo el gasto público y la protección social en favor de las clases medias, trabajadoras, y vulnerables.

La socialdemocracia como caja de herramientas frente a las políticas llevadas a cabo para combatir la anterior crisis de 2008 promete servirle para anclarse en su giro de izquierdas e intentar confrontar su modelo frente a los recortes que asocia al Partido Popular. La Moncloa asume que Sánchez enfila un debate “decisivo” para el ánimo de sus propias filas y da por hecho que la Oposición puede proyectar con la ayuda de costaleros de la mayoría de Frankenstein la imagen de soledad del Presidente. Su equipo dice estar listo para el aluvión de críticas, incluidas las de unos socios temerosos ante el avance de una alternativa de centro-derecha. La sintonía con ellos la buscará Sánchez con el impuesto a las energéticas que entrará en vigor en 2023 y a lomos del cual incidirá en presentarse “incómodo” para algunos poderes. El PP ve en ese victimismo la prueba de la deriva presidencial.

En cualquier caso, y aunque arrastre el deterioro de su credibilidad, estos debates de política general, el primero en siete años, están pensados para lucimiento del Presidente de turno y revitalizar a sus ejecutivos. El formato ayuda. Sánchez, a diferencia de los grupos, carece de límite de tiempo, puede tomar la palabra en cualquier momento, contestar de manera aislada o conjunta a los portavoces, y además en ningún caso va a confrontar con Alberto Núñez Feijóo, que aparecerá sentado en el escaño del jefe de los populares, pero, al carecer de acta de diputado, sin posibilidad de intervenir. El encargo de exprimir la ocasión como un campo abonado para exponer al PP como alternativa lo asume en el Hemiciclo Cuca Gamarra. El problema de Sánchez va a ser otro: “Afrontamos un otoño tenso, cargado de frentes, y los vamos acumulando”, apuntan dirigentes socialistas.


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