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COVID-19 en Cuba: alimentos racionados, toque de queda en La Habana y contagiados en centros de aislamiento

“Los medios dan teléfonos para que se denuncie a la personas que salen sin permiso o sin mascarilla”, cuenta Énix Berrio, economista cubano, a COPE

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Manuel Ángel Gómez
@manuiza64

Jefe de Internacional de COPE

Tiempo de lectura: 2'Actualizado 11:13

“Los alimentos los tiene que distribuir la policía, no los pueden distribuir las personas que trabajan en las tiendas, por la ansiedad y la desesperación de la gente que piensa: me quedo sin comida, no tengo otra posibilidad”, dice Énix Berrio, un economista cubano que vive en La Habana. Describe así la situación en la capital de Cuba como consecuencia de la epidemia de COVID-19.

Las cifras de la propagación de la enfermedad en la isla caribeña están muy por debajo de otros países: 4.309 casos y 101 fallecimientos. Énix Berrio -representante del Observatorio Cubano de Derechos Humanos- señala que “el régimen cubano ha manejado con determinados resultados exitosos la situación de la pandemia de COVID-19, los números lo dicen, y mucho más si establecemos una comparación con otros países de la zona”. Sin embargo, las consecuencias que han tenido las medidas adoptadas han sido mucho más dramáticas. “Hay una propaganda política montada sobre la capacidad de exportación de médicos, pero hacia el ciudadano común está totalmente descalabrado el sistema de sanidad”, explica a COPE. Dice que “no hay comida, las personas tienen un nivel de ansiedad extraordinario, no hay ofertas de alimentación porque todo está cerrado, no hay mercado de bienes y servicios, restaurantes y cafeterías están cerrados, y además dependen de lo que pueda proveer el Estado”. De acuerdo con el sistema establecido, “el Estado cubano -a través de determinadas tiendas, puntos de venta- va proveyendo a las personas, per cápita, racionado, determinada cantidad de alimentos en tiendas de pollos, y algunos subderivados como salchichas… y hasta ahí, nada más”, señala. “Las personas, por supuesto, se aglomeran, porque es la ansiedad”, afirma el economista, “ y no existe otra fuente, aunque se tenga disponibilidad de recursos financieros”.

El régimen cubano ha ido creando una red de colaboración sanitaria con más de 50 países del mundo, “y lo vende como éxito de su Sanidad”, según Berrio, pero “en el interior, el sistema de atención primaria en Cuba no funciona desde hace cuatro meses, porque no hay recursos para hacerlo”. En La Habana -el principal foco de la pandemia en esta nación- está en vigor un toque de queda desde las siete de la tarde hasta las cinco de la mañana, y no se puede entrar ni salir de la ciudad. “Es una ciudad totalmente militarizada”, indica. Sobre el cumplimiento de las restricciones y normas impuestas por el régimen, cuenta que “los medios dan teléfonos para que se denuncie a la persona que sale, a la persona que está sin la mascarilla, y evidentemente la persona teme; el mensaje es “te tengo controlado”, ya sea por el pueblo, por la ciudadanía, o por un delator”.

Según Énix Berrio, la estrategia cubana para frenar la pandemia “parte de aislar, de sacar de circulación a la persona que está contagiada y a sus contactos, se los llevan a centros de aislamiento; puede ser una escuela, una universidad, hospitales, hoteles…no te quedas en casa, vas para un centro de atención, y también sacan de circulación a los contactos de los contagiados en los últimos 15 días”.

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