Por primera vez en 20 años, se ha encontrado una moneda de oro procedente del cargamento del galeón Nuestra Señora de Atocha.. Los restos de este fueron encontrados en 1985 en aguas de los Cayos de Florida gracias a un equipo dirigido por el buceador y cazatesoros Mel Fisher (1922-1998).

El buque rescate de la empresa Mel Fisher's Treasures, descubrió esta moneda de oro la cual, es extremadamente rara. Se encontró por Zach Moore, un buscador de tesoros de segunda generación. Tiempo antes su padre William Moore, fue parte de la tripulación que halló y recuperó la carga originaria del Atocha en 1985 cuando hace 35 años, se hizo una inmersión donde se encontraron 165 libras de lingotes, cadenas y discos de oro. Otro familiar de Zach Moore fue su madre Julie. Esta era buceadora en el caso del yacimiento de Atocha y otros tantos.

La última moneda que fue hallada y que está valorada por el mismo precio se encontró en 2001 siendo con esta, 121 monedas fabricadas de oro que se encontraron en el enclave subacuático. Su valor actual, según la propia página web de la empresa de cazatesoros, es de 83.000 euros e incluso creen que podría ser mayor.

Descubrir este tipo de hallazgos resulta un gran golpe a nuestra historia y no es la primera vez que pasa. Durante décadas lleva ocurriendo situaciones donde España apenas ha salido de una postura pasiva donde casos como el de Atocha es uno más que se suma a un abultado montículo donde el expolio se lleva a cabo por medio de información de archivos nacionales. España no ha excavado aún ni un navío de Indias ni un galeón.

El objetivo lucrativo que tiene la industria cazatesoros está provocando una gran serie de problemas a lo que son los yacimientos arqueológicos ya que se han dañado zonas históricas tanto de España como de América que nunca más se podrán recuperar. El gran contratiempo que seguimos encontrando a día de hoy es que el país no ha sabido frenar a todo este tipo de actividades destructivas que podrían ayudarnos a entender el pasado, la historia.

Lo peor es que no sabemos el alcance global de su actividad, aunque lo poco que sabemos supone demasiado daño. Y lo peor, una sociedad como la española no ha sabido organizarse para poner enfrente de las actividades destructivas de estas empresas todo el saber de la ciencia.

Lo peor es que no sabemos el alcance global de su actividad, aunque lo poco que sabemos supone demasiado daño. Y lo peor, una sociedad como la española no ha sabido organizarse para poner enfrente de las actividades destructivas de estas empresas todo el saber de la ciencia.