Anna Dovgaliuk es una activista rusa que intenta luchar por una costumbre típica de los hombres al sentarse con las piernas abiertas, más conocida como 'manspreading'.

Durante su experimento roció a 70 hombres en diferentes capitales mundiales como Nueva York, Japón, Madrid... con una botella de plástico en la que llevaba una mezcla de agua y lejía.

Dovgaliuk aseguró en varios medios que “es extremadamente importante para mí llamar la atención de las personas hacia este tema, para provocar una discusión y, en consecuencia, la creación de normas legislativas que penalicen el ‘manspreading’, porque se trata de una falta de respeto público hacia las mujeres y niños, y es una vergüenza para la sociedad”.

Para esta joven rusa, esto se ha convertido en un arma para combatir contra esta "mala costumbre" de los hombres. Ya saben, si la ven, cierren rápidamente las piernas o se enfrentarán a su botella llena de agua y lejía, una mezcla mucho más concentrada que el detergente que usamos para lavar la ropa.