Los turistas que acudan a uno de los lugares más icónicos de la ciudad de Roma, la Piazza de Spagna (Plaza de España), ya no podrán sentarse a admirar el centro de la capital italiana desde su famosa escalinata inaugurada en 1975 por el Papa Benedicto XIII.

¿La razón? Una nueva normativa puesta en marcha por el Ayuntamiento de Roma para preservar el patrimonio cultural de la ciudad y que prevé multas que oscilarán entre los 150 y los 400 euros para aquellas personas que la incumplan. Las sanciones económicas más leves se impondrán a aquellas que usen los monumentos para sentarse mientras que las más severas, que llegarán a alcanzar los 400 euros, serán para aquellos que provoquen algún daño a los monumentos de la ciudad, tales como pintadas o cortes.

La medida ha provocado la polémica en la ciudad eterna. Para la concejala Anna Vinvenzoni se trata de una medida necesaria para preservar el patrimonio cultural de la ciudad. “Hasta que este tipo de turista no sea educado este es el camino correcto a seguir”, declaraba la concejala romana ante los medios locales.

Una opinión diferente la tiene el crítico de arte italiano, historiador del arte y político, Vittorio Sgarbi, que ha calificado la medida de “excesiva” y “casi fascista”. Sgarbi ha pedido al Ayuntamiento romano que reconsidere la medida porque puede afectar gravemente al turismo de la ciudad.

En la misma línea que Sgarbi se encuentra el presidente de la asociación de hoteleros de Roma, Giuseppe Roscioli, quien ha tildado la nueva normativa de “absurda”. Los hosteleros se muestran preocupados por las negativas repercusiones que pueda tener esta medida en el turismo de la ciudad.