En las últimas horas la junta militar que en este momento gobierna Níger ha expulsado a los soldados estadounidenses que tenían presencia en el país. Hasta ahora el Gobierno de Níger era prooccidental, recibía una gran cantidad de dinero de fondos de desarrollo de la UE, y el país celebraba elecciones hasta cierto punto democráticas. Pero Níger, Mali y Burkina Faso, tres países determinantes para el futuro de África Occidental y el Sahel, han experimentado cambios decisivos. En los tres países se han producido golpes que han dado el poder a juntas militares y los tres se han distanciado de sus socios occidentales para buscar apoyo en la Rusia de Putin.

Níger, Mali y Burkina Faso se alejan de los compromisos migratorios que tenían firmados con la Unión Europea y potencian las relaciones comerciales, económicas y militares con Moscú. Los mercenarios del Grupo Wagner auxilian a las juntas militares en la lucha contra el terrorismo, a veces sin mucha eficacia. La región, aunque muy pobre, cuenta con abundantes recursos naturales, como el uranio. En los últimos años se ha desarrollado un fuerte sentimiento antioccidental. Europa, y en especial Francia, son percibidas como potencias explotadoras.

Entretanto, Rusia lleva tiempo extendiendo su influencia en África. Se hizo presente en el Magreb tras la Primavera Árabe, y de ahí se extendió al resto del continente. La invasión de Ucrania no es la única amenaza de la Rusia de Putin para el mundo libre. La respuesta requiere sensibilidad militar pero también esfuerzos para desarrollar una diplomacia blanda. Los errores de Europa en África están provocando una nueva amenaza.