Una civilización puede juzgarse por su manera de cuidar a los más débiles. Por eso son necesarias leyes que protejan la vida, como acaba de reclamar un manifiesto suscrito por un centenar de personalidades de la sociedad civil de diferentes sensibilidades políticas y culturales, que pide paralizar la tramitación de la ley de la eutanasia.

Señalan la contradicción que supone que mientras se trabaja en el Congreso en una Comisión para la reconstrucción, se tramite una ley que provoca tanta división. Lo que la sociedad reclama es ofrecer a todo ser humano un final digno y bienaventurado de su vida, junto a los suyos y con los cuidados médicos y atención espiritual que permitan mitigar su dolor.

Además subrayan que, desde que se aprobó la primera ley de la eutanasia en Holanda, hace casi 20 años, sólo otros cuatro países en el mundo han seguido su camino. El rechazo universal a este tipo de legislación refleja que la eutanasia forma parte del problema, no de la solución, porque el fin para una vida digna es la conjunción de la compañía solícita y de los pertinentes cuidados paliativos. El manifiesto señala que la urgencia de un plan de cuidados paliativos que permita su acceso a toda la población.