La precampaña electoral comenzó el viernes con la convocatoria de elecciones, pero en realidad llevamos casi un año de actividad política dominada casi por completo por esa perspectiva. Los tres últimos días nos han dejado bastante claros los mensajes que, salvo sorpresa, van a dominar hasta el próximo 28 de abril. Pedro Sánchez quiere lograr la movilización a toda costa de los votantes de izquierdas utilizando el “miedo a la derecha”. Es curioso el parecido que tiene este mensaje con el utilizado por Felipe González en 1996 cuando el PP todavía no había gobernado. Más de veinte años después parece complicado argumentar un miedo fundado a un Gobierno del PP.

Fiar la campaña electoral a un mensaje negativo es arriesgado porque los votantes están más inclinados a movilizarse cuando hay propuestas de futuro que generan ilusión. No se antoja muy persuasiva la idea de Pedro Sánchez de presentarse como la encarnación de la moderación cuando el votante recuerda el pacto con Podemos y la negociación con los independentistas.

Pero también hacen falta mensajes positivos desde el PP, Ciudadanos y  Vox. No es suficiente el argumento de que hay que echar a Sánchez de Moncloa. España es una realidad más compleja y más rica que ese país de dos bloques que dibujan estos primeros compases.