Como era previsible, la moción de censura presentada por VOX, con Ramón Tamames como candidato, no ha prosperado. Motivos para censurar al Gobierno de Pedro Sánchez hay muchos, ante una legislatura que ha agudizado la degradación de la calidad de nuestra democracia por la quiebra de la división de poderes, por las imposiciones de los socios de la mayoría Frankenstein y por legislaciones que responden a un proyecto de ingeniería social que, además, rompe consensos básicos. Pero esta moción no ha sido un instrumento eficaz, ni proponía una alternativa viable. Lo mejor de la intervención de Tamames ha sido el reclamo a un nuevo estilo de hacer política que recupere los valores de la Transición y que supere el riesgo de volver al enfrentamiento entre españoles.

Pedro Sánchez, ha aprovechado la moción para organizar su primer gran mitin electoral, aunque lo haya hecho a costa de la verdad y demostrando que vive en una realidad alejada de la España real. La vicepresidenta Yolanda Díaz ha emergido, amparada por Sánchez, como la futura líder del espacio a la izquierda del PSOE, lo que provocará no pocos conflictos en la galaxia de Podemos.

Por su parte, Alberto Núñez Feijóo ha preferido no estar presente, mostrando así el juicio del PP de que se trataba de una iniciativa inoportuna con trampa incluida para los populares, que han recibido los dardos de unos y otros. A fin de cuentas, la moción de censura que tendrá efectos reales será la que se produzca en las urnas, tanto en los comicios municipales y autonómicos como en las generales de final de año