El resultado de las elecciones legislativas francesas confirma el ascenso del partido de Le Pen. Reagrupamiento Nacional ha sido la formación ganadora con el 33 por ciento de los votos. Sin necesidad de compartir los motivos que llevan a uno de cada tres franceses a optar por un partido populista que cuestiona los valores sobre los que Europa se ha construido desde la II Guerra Mundial, es necesario un esfuerzo para comprender por qué lo hacen, y las razones son varias.

Hay un grupo amplio que considera defraudadas las expectativas de protección del Estado del Bienestar. En otro tiempo quizás fueron votantes de izquierda y ahora estiman que esa izquierda se ha abandonado a una globalización que les priva de la prosperidad. Hay clases medias y bajas que han perdido mucha calidad de vida: la vida en las ciudades se ha hecho más difícil y la vida en el campo, con la nueva PAC, se ve castigada para los que producen alimentos.

Pero no es solo una cuestión económica. La falta de políticas efectivas de integración de migrantes, hasta ahora basadas en la laicidad francesa, genera miedo. Por otra parte, el conjunto de las instituciones y el sistema de partidos vigente generan rechazo. Es una cuestión cultural y antropológica, estamos ante un malestar y una desorientación existencial que se manifiesta en un voto de queja, en un voto soberanista. Es un hecho que ni Macron ni la izquierda han sabido conectar con el voto antisistema de quien está en crisis y lo pone todo en crisis.