La victoria rotunda de Feijóo en las elecciones gallegas de este domingo tiene un significado evidente a nivel nacional para el primer partido de la oposición. Además de los factores regionales, que son muy importantes, la cuarta mayoría absoluta del líder gallego del PP parece indicar el espacio en el que el partido puede tener más éxito: un espacio de centro y de moderación. Casado tiene que consolidar su liderazgo nacional y lo sucedido en Galicia y en el País indica un modo de trabajar, de formar equipos, atesorar experiencias y, sobre todo, perfilar mensajes.

También los resultados de Podemos y sus confluencias en Galicia y en el País Vasco tienen consecuencias para Pablo Iglesias. El líder de Podemos ya ha asegurado que después de quedarse fuera del parlamento gallego y de su debacle en el parlamento de Vitoria ha llegado la hora de hacer autocrítica. Es lo que dice siempre Iglesias desde hace años sin que nunca esa revisión se materialice.

Los socialistas tienen poco que celebrar. Ni el desplome de Podemos ni el hecho de gobernar en Madrid le han servido para mejorar. El voto de izquierda se va a opciones radicales como el BNG y Bildu. Los españoles tenemos poco que celebrar cuando alguno de los 22 diputados de la formación heredera de Batasuna fue condenado por ser miembro de ETA. Los jóvenes vascos viven en un mundo en el que no hay memoria de la violencia, la extorsión y la falta de libertad que hasta hace muy poco tiempo protagonizó la banda terrorista.