Nunca sabremos cuántos han secundado libremente la huelga que tuvo lugar ayer en Cataluña. Ha sido, sin duda, una huelga que ha tenido carácter obligatorio para muchos. Durante el día hubo muchos cortes de carretera, actividad escolar y académica suspendida por los directores de colegios y por los profesores de universidad, comercios que no han querido jugársela. El ejemplo fue la Sagrada Familia, que se vio obligada a cerrar por la presión de un grupo independentista.

En 2017 pararon casi todos los funcionarios porque la Generalitat hizo en realidad un cierre empresarial y se les dio la facilidad de compensar horas. Esta vez solo han parado un 30 por ciento. El consejero de Empleo intentó explicar el menor seguimiento de las huelga asegurando que ahora los paros no son iguales a los de los años 80 porque se nota mucho el impacto del trabajo precario y las nuevas formas de empleo.

La cuarta huelga general en dos años es un clavo más contra la economía catalana. Desde hace dos años Cataluña ha perdido 4.000 empresas. Hace dos año, cuando se celebró el faso referéndum Cataluña, tenía medio punto más de incremento del PIB que el conjunto de España. Desde entonces está por debajo del resto de España. El descenso del paro ha sido menor que en el resto de España. Solo han vuelto la mitad de los 37.500 millones de euros en depósitos que se fueron. Esta es una historia de Cataluña contra Cataluña.