Las fotografías de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez en el aeropuerto de Barajas que el diario “El Mundo” lleva publicando desde hace unos días reabren uno de los episodios más turbios de la política española de los últimos tiempos. En enero de 2020, la número dos de Nicolás Maduro, sobre la que pesaba una prohibición expresa de pisar tierra en el espacio Schengen, aterrizó en Madrid a su paso hacia Estambúl. De su avión se descargaron varias maletas cuyo contenido está aún por aclarar.

Amparándose en el discutible argumento de que la zona de tránsito del aeropuerto no constituye territorio nacional, el Gobierno ha querido tapar el hecho de que Delcy Rodríguez estuvo en territorio español y de que se reunió con el entonces ministro José Luis Ábalos, acompañado de Koldo García. Ábalos, que era número dos del PSOE, ofreció posteriormente un sinfín de versiones contradictorias. En los últimos días, a propósito de las investigaciones del caso de las mascarillas, o “caso Koldo”, se ha sabido que esa noche también estuvo en Barajas Víctor de Aldama, testaferro de Aireuropa y persona cercana a Begoña Gómez. Koldo García ha declarado recientemente que sobre lo que pasó esa noche en el aeropuerto de Barajas, “no podría hablar ni aunque estuviera muerto”. Este caso, que será objeto de investigación en el Senado, debe ser aclarado también en el seno de las instituciones comunitarias. No sólo porque representa una violación de una sanción europea que debe asumir el Gobierno de Pedro Sánchez, sino por el contenido de las maletas en el contexto de la malversación de fondos de la trama de corrupción que afecta al PSOE.