Tito Brandsma fue un carmelita holandés, profesor de Filosofía, periodista y Rector de la Universidad Católica de Nimega. En julio de 1942 fue asesinado en el Campo de Concentración de Dachau. El nazismo persiguió a Brandsma hasta acabar con su vida con una inyección letal.

Se opuso a las leyes antisemitas, a una ideología pagana y estatista contraria al catolicismo, luchó para que la prensa católica holandesa no publicara propaganda nazi, y colaboró en la redacción de la pastoral publicada por los obispos holandeses contra el nazismo, que finalmente se leyó el mismo día que Brandsma fue asesinado.

Este domingo, el Papa Francisco canonizará a Tito Brandsma junto a otros nueve beatos. Con motivo de esta fiesta un nutrido grupo de periodistas se ha dirigido al Papa para solicitar que este carmelita sea nombrado patrono de los periodistas. Brandsma fue director de periódico, y promovió la profesionalidad de los periodistas. En un contexto de persecución sirvió a la verdad, se opuso al lenguaje de violencia alentado por el nacionalsocialismo y llevó hasta sus últimas consecuencias sus más firmes convicciones. Brandsma, subrayan los 69 firmantes de la citada carta, sirvió a la “búsqueda de la verdad y la veracidad, la promoción de la paz y el diálogo entre las personas”.

Necesitamos un intercesor que haya conocido en sus propias carnes hasta qué punto la violencia, las amenazas, la censura y la persecución siguen cobrándose la vida de los periodistas a lo largo y ancho del mundo.