Los grandes titulares previos al encuentro de Nuñez Feijóo con el presidente en funciones del Gobierno, Pedro Sánchez, ya prevenían un resultado negativo dada la sistemática confrontación de los dos partidos desde la anterior legislatura. No ha habido sorpresa tras el diálogo de sordos previsto, aunque algo positivo cabe destacar de la obligada entrevista: los dos interlocutores han podido conocer en directo sus posturas de cara a la hipotética investidura de uno de los dos, al margen del ruido estratégicamente provocado por los portavoces de ambos, especialmente del Gobierno, que no ha dejado ocasión para criticar al líder del PP de perder el tiempo por intentar lo imposible.

Es una pena que, a pesar de la modélica transición a la democracia, vivamos una permanente confrontación entre los grandes partidos. Desde que en la sala del Tinell la izquierda y el soberanismo se conjuraron para no dar ni agua a la derecha, ni siquiera ha podido vislumbrarse una posibilidad de pactos de Estado, pese a la continua oferta de Feijóo de abrir una alternativa de gobierno que dejase atrás los chantajes y concesiones a los partidos nacionalistas.

Esta disposición del líder popular ha tropezado permanentemente con los intereses personales de Sánchez, que no duda en someter al Estado a las pretensiones de los separatistas que le apoyan interesadamente. Feijóo seguirá adelante con sus encuentros preceptivos en busca de esos cuatro votos que le faltan para la investidura y que, pese a sus perspectivas negativas, pudieran surgir en último momento tras la exposición de su programa en el debate de investidura, vital, además, ante una posible repetición de las elecciones.