Se ha cumplido un año de la puesta en marcha de la herramienta de la Inteligencia Artificial CHAGPT. No hemos parado de hablar de esta herramienta que escribe trabajos y hace exámenes. Hay quien exagera sobre las consecuencias que puede tener y habla incluso de una posible amenaza para la humanidad.

En realidad, CHAGPT es una inmensa base de datos que procesa muy rápidamente la información sin entenderla. Las inteligencias artificiales generativas han sido entrenadas con textos e imágenes sacados de Internet, que son los que luego mezclan y usan como referencia a la hora de generar sus respuestas.

Necesitamos “controles” para abordar todo lo que supone la IA generativa en “los mercados laborales. Necesitamos controlar la legitimidad de los datos extraídos, la concesión de licencias, los derechos de autor y la posibilidad de contenidos sesgados o perjudiciales.

La Inteligencia Artificial plantea además un apasionante reto: ¿qué diferencia el modo de conocer de la máquina y del hombre?

En las empresas la IA se utiliza ya, por ejemplo, para conocer las habilidades, los conocimientos y el historial de los que van a ser sus empleados. Los algoritmos ayudan a acceder a los “datos rápidos” que cimientan la confianza.

Pero cuando el tiempo avanza, la intuición y la sensibilidad social van ganando terreno y la IA va pasando a segundo plano.

La “razón humana” es el factor dominante en las relaciones de larga duración. Una cultura de confianza en los ambientes de trabajo necesita humanos que la supervisen y que no deleguen en los algoritmos. Lo mismo sucede en otros ámbitos.