Desde los más remotos puntos cardinales del planeta, la Iglesia con rostro joven se ha puesto en camino para encontrarse con el Papa Francisco en la ciudad portuguesa de Lisboa. Un vendaval de esperanza recorre la geografía de un mundo en el que las semillas de la destrucción siguen fructificando.

El Papa Francisco desea ver “en Lisboa una semilla del mundo del futuro, un mundo donde el amor esté en el centro, donde nos podamos sentir hermanas y hermanos”.

Del 1 al 6 de agosto, la Jornada Mundial de la Juventud se convertirá en el centro de atención de todas las miradas en un Iglesia que está siempre en permanente salida al encuentro de los hombres y mujeres de cada tiempo. La presencia en Lisboa y en Fátima del Papa Francisco, desde el miércoles 2 al domingo 6 de agosto, añadirá a este encuentro un mensaje que es eco de un Evangelio sin glosa.

71 obispos españoles, acompañando a más de 75.000 jóvenes de nuestro país, estarán presentes en estos días de sana alegría juvenil, en los que de nuevo se hará patente que el encuentro personal con Jesucristo es una experiencia siempre nueva, que contribuye de forma decisiva a aquilatar los proyectos personales de vida, sobre todo a aceptar el proyecto de felicidad que Dios tiene para cada uno.

En este momento de vínculos débiles en la relación entre personas y entre pueblos, en el que se produce un cambio acelerado, con incertidumbres sombrías, la JMJ de Lisboa será una invitación a descubrir cómo el testimonio cristiano es capaz de dar sentido y de hacer posible el milagro de una humanidad nueva.