La onda expansiva del movimiento estudiantil norteamericano en contra de la actuación de Israel en Gaza ha llegado a España. Además de las movilizaciones y acampadas de estudiantes en varios campus de nuestra geografía, los rectores han hecho público un comunicado en el que solicitan el cese inmediato y definitivo de las operaciones militares de Israel y añaden un discutible compromiso de “revisar y, en su caso, suspender los acuerdos de colaboración con universidades y centros de investigación israelíes que no hayan expresado un firme compromiso con la paz y el cumplimiento del derecho internacional humanitario”.

La Comunidad Internacional no puede mantenerse ajena a la situación en la Franja de Gaza y a la grave crisis humanitaria que está generando la operación militar israelí para destruir a Hamás, tras el ataque terrorista contra Israel del pasado mes de octubre.

Sin embargo, parece una sobreactuación que los rectores españoles propongan la suspensión de los acuerdos con universidades de Israel, que podría afectar a acuerdos relevantes entre equipos de investigación en materias punteras de ciencias de materiales, de salud o incluso de investigaciones arqueológicas.

Los rectores de las universidades españolas deben ser los primeros interesados en alejar todo intento de politización de su actividad académica y en fomentar un debate libre y riguroso, no marcado por polarizaciones ideológicas, ni por eslóganes facilones. La Universidad debe seguir siendo un ámbito de libre concurrencia entre quienes buscan la verdad y contribuyen al desarrollo de la ciencia. Bastantes problemas tiene la universidad española, como para añadir uno, impostado, a un sistema que manifiesta signos de evidente decadencia.