En sus habituales palabras, al finalizar el rezo del Ángelus, el Papa Francisco ha rezado este domingo por los Estados Unidos de América, de manera particular por los que perdieron la vida en el asalto al Capitolio y ha denunciado que nada se gana con la violencia.

Las causas que se enarbolan pierden la legitimidad que pudieran tener cuando se recurre a la violencia, con la que efectivamente se sale siempre perdiendo, porque es autodestructiva. En este sentido, el Papa ha hecho un llamamiento a las autoridades del Estado y a toda la población a mantener un alto sentido de responsabilidad para calmar los ánimos, promover la reconciliación nacional y tutelar los valores democráticos radicados en la sociedad americana.

Francisco, en la línea de la denuncia que han ido formulando los obispos americanos, ha alzado firme la voz y ha pedido que la Virgen Inmaculada, Patrona de los Estados Unidos, ayude a tener viva una verdadera cultura del encuentro, sin excluir a nadie, y a promover la cultura del cuidado como vía maestra para construir juntos el bien común.

Obviamente los exaltados y violentos no representan al conjunto de la sociedad norteamericana, pero lo ocurrido ha sido de extrema gravedad y no debe trivializarse. Las palabras de Papa son muy oportunas y deberían ser una interpelación que nos alcanzara a todos, en un momento histórico en el que existe un horizonte especialmente incierto, una gran polarización social y en el que existe también el riesgo de que populismos de todo signo traten de sacar tajada del río revuelto.