En las habituales palabras que suele pronunciar tras el rezo del Ángelus, el Papa Francisco ha querido recordar este domingo la compleja situación que atraviesa Cuba y se ha querido mostrar cerca del pueblo cubano, en estos momentos difíciles, en particular de las familias que sufren. El Papa ha asegurado que reza para que el Señor ayude a construir paz, diálogo y solidaridad, en una sociedad cada vez más justa y abierta. A esa oración debemos unirnos los cristianos y todas las personas de buena voluntad.

Una semana después del inicio en las calles de Cuba de un nuevo grito de libertad por parte de un pueblo harto de vivir así, tenemos el deber de acompañarles en su denuncia pacífica y de seguir señalando al régimen cubano como máximo responsable de la miseria en la que se hallan. En tal situación, no cabe desviar la atención hacia debates como el de la legitimidad del embargo americano, o dar rodeos para no llamar a las cosas por su nombre, participando con un silencio cómplice en la ignominia.

Como ha hecho el Papa, debemos acompañar a los cubanos en su sufrimiento y poner cada uno nuestro granito de arena para que sea posible una Cuba cada vez más justa y abierta. Y para todo eso, es necesario que muchos, y no solo la mayoría de los cubanos, tal y como lo están haciendo, den un paso hacia adelante y se pongan, sin ambages, de parte de la libertad, la democracia y los derechos humanos.