Aunque el presidente del Gobierno ha anunciado que el próximo sábado aprobará una rebaja del IVA de la luz al 5%, entre otras medidas, la política económica sigue condicionada por una huida hacia adelante que convierte a la economía española en un caso preocupante para la Unión Europa. Sánchez no puede seguir mirando para otro lado con una inflación disparada que castiga las rentas de los españoles, con una inusitada presión fiscal, con los precios de los alimentos en máximos históricos y con la previsión de falta de suministros a la vuelta del verano.

A esta radiografía se suma el aviso de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, que ha dejado claro que España debe hacer un ajuste de 15.000 millones de euros para cumplir con las reglas de gasto que la Unión Europea ha marcado a los Estados miembros.

Esto implica que el Gobierno debe o reducir el gasto público de forma sustantiva, algo que produce alergia en La Moncloa, o aumentar los ingresos, lo que supondría incrementar la presión fiscal, que provocaría un rechazo social que se traduciría de nuevo en las urnas. Ante el riesgo de que el PIB se estanque o comience a decrecer, es urgente que Pedro Sánchez abandone la errática política económica, con tintes populistas, frene el gasto corriente y acelere la ejecución de los fondos europeos, además de introducir estímulos a la producción. Y, sobre todo, debe dejar de jugar con las cuentas y decir a los españoles la verdad sobre lo que está pasando con nuestra economía.