La manifestación de este sábado en defensa de una política constitucional en España ha certificado la oposición de una amplia parte de la sociedad a las políticas de Pedro Sánchez. El acto de protesta, convocado por entidades civiles, subrayó el carácter transversal del rechazo a las cesiones al independentismo catalán y vasco.

El presidente del Gobierno ha reaccionado equiparando la manifestación que tuvo lugar el sábado a la que se celebró el jueves en Barcelona en contra de la cumbre hispanofrancesa. Las diferencias son evidentes, tanto en número de asistentes como en el contenido de sus reivindicaciones. La del jueves defendía políticas anticonstitucionales, la del sábado políticas constitucionales. La pretendida equidistancia de Sánchez de las dos manifestaciones, además de ser falsa, es inconveniente. No se puede mantener la misma distancia con el independentismo que con el constitucionalismo. Además, Sánchez ha pactado sus políticas con los independentistas durante los tres últimos años.

La manifestación del sábado fue un éxito, pero conviene no llamarse a engaño. Los convocantes saben, por experiencia, que mucha gente en la calle no necesariamente implica un cambio político. Es necesario presentar una alternativa sólida tanto política como social. Desgraciadamente la sociedad civil española con frecuencia sale a la calle sin construir luego formas vertebradas, sistemáticas y estables para crear lo que en otro tiempo se llamaban cuerpos intermedios.