“Ha vuelto América”. La declaración de intenciones de Joe Biden ha sido recibida con entusiasmo por los defensores del atlantismo y de la cooperación multilateral. Frente al “América primero”, el presidente electo cree que la primera potencia “es más fuerte cuando coopera con sus aliados”. Los cuales, a su vez, esperan con los brazos abiertos a la nueva administración, conscientes sin embargo de que la relación no será la de hace décadas. Caso paradigmático es Europa, que sigue adelante con el contencioso en la OMC y se plantea cómo reforzar su propia defensa, sin tanta dependencia de Washington.

Tampoco las tienen todas consigo los aliados asiáticos de EE.UU., que acaban de constituir una gran área comercial con China, tras la retirada norteamericana del Acuerdo Transpacífico. Un dato clave: Biden ha ganado las elecciones en el cinturón del óxido, en los mismos estados del Medio-Oeste donde también por estrecho margen las perdió Hillary Clinton. El declive de la industria implica más proteccionismo, y la tendencia no será fácil de revertir.

Pero además el Departamento de Estado, encargado de las relaciones externas, atraviesa una profunda crisis, y no le va a faltar trabajo a su próximo titular, Antony Blinken, poniendo un poco de orden. Hay motivos para aplaudir la declaración de intenciones del próximo presidente, pero sin esperar de EE.UU. más de lo que en estos momentos puede dar.