El estado de alarma por la pandemia está siendo aprovechado por el Gobierno para actuar a sus anchas, restringiendo al máximo el control de la oposición, con el añadido de una política informativa que ha suscitado severas críticas por parte de los medios de comunicación. En este marco de excepcionalidad se anuncia que el ministro de Transportes, José Luis Ábalos, hablará con los diversos partidos políticos para reclamar su apoyo a las medias adoptadas por el Gobierno para hacer frente a la crisis, que deben ser avaladas por el Congreso de los Diputados. Se trata de un trámite que tiene más de apariencia que de gesto democrático, ya que las medidas adoptadas no han sido dialogadas con la oposición, como hubiera sido deseable. Muy al contrario, el Partido Popular lleva semanas acumulando preguntas y peticiones de comparecencia, sin respuesta alguna por parte del Gobierno que parece encantado de actuar sin el menor control parlamentario.

La magnitud del desafío que tenemos delante es enorme, como acaban de revelar los datos de paro del mes de marzo, y como demuestra cada día la funesta cifra de fallecimientos. En estas circunstancias es necesario encontrar fórmulas de gran concertación nacional, y en lugar de eso Sánchez ningunea a la oposición, que ha mantenido una actitud de colaboración responsable. Puede que Sánchez se sienta confortado por su artificial alianza con el populismo de Iglesias y los separatistas catalanes, pero no debería hacerse ilusiones. La triple crisis que nos ha traído la pandemia, la sanitaria, social y la económica, exige ya un gran consenso para evitar la catástrofe.