El Ayuntamiento de Estella ha celebrado esta mañana un pleno extraordinario para votar la moción de censura contra el alcalde de la localidad, Gonzalo Fuentes, de Navarra Suma. La moción ha dejado la alcaldía en manos de Koldo Leoz, de EH Bildu, que ha contado con el apoyo imprescindible de Geroa Bai y de los concejales Jorge Crespo y Magdalena Hernández, expulsados del Partido Socialista de Navarra. Koldo Leoz, alcalde en Estella durante la pasada legislatura, recupera así el poder que perdió en las elecciones municipales del pasado mes de mayo.

La tropelía merece al menos dos análisis. El primero de carácter formal, por el momento en el que se produce, pues se ha llevado a cabo saltándose el confinamiento que prescribe el estado de alarma. Como se ha reconocido, incluso desde el PSN, se trata de una moción de censura en plena crisis del Covid-19, que se inició hace semanas a puerta cerrada y que se ha consumado a puerta cerrada, repartiéndose la Alcaldía entre dos personas.

La segunda cuestión es precisamente la del indigno cambalache, y el hecho de que la presidenta María Chivite lo haya permitido, indignándose con palabras, pero permitiendo una situación abanderada por los filoetarras y los tránsfugas del propio PSN. Era difícil que Chivite se opusiera con energía cuando ha sido una fórmula análoga la que le ha permitido obtener el gobierno foral. Tanto por el qué, como por el cuándo se ha llevado a cabo, estamos ante una indecencia política que no debía haberse permitido.