El pasado mes de octubre se firmaron los acuerdos de Barbados entre la oposición y el gobierno venezolano. A cambio de la suspensión de algunas de las sanciones internacionales que pesaban sobre el régimen de Maduro, el Gobierno se comprometía a la celebración de unas elecciones con unas mínimas garantías democráticas.

Una vez más, el chavismo ha vuelto a incumplir sus compromisos. Maduro ha anulado las elecciones primarias de la oposición, donde arrasó María Corina Machado, ha encarcelado a colaboradores próximos a algunos opositores y ha denunciado falsos complots. Esta semana ha vuelto a detener a dos colaboradores directos de Machado.

Maduro concurre a estas elecciones con un rechazo de alrededor de un 80 por ciento de la población, lo que supone en gran medida una novedad porque hasta ahora el chavismo seguía teniendo apoyo en algunos sectores.

La inhabilitación de Machado para las elecciones exige que la oposición corrija errores en los que ha caído en otros momentos, que no se divida. Una buena fórmula podría ser designar no a un sustituto, sino a un representante de Corina.

En los últimos años, cinco millones de venezolanos se han convertido en migrantes y refugiados. Muchos de ellos sufren situaciones precarias, algunos de ellos sufren explotación laboral, sexual y discriminación. Muchos venezolanos están pensando abandonar el país, lo que aumentará la presión migratoria. Puede parecer que es imposible salir del laberinto venezolano. Pero esta vez hay una novedad: la debilidad interna e internacional no deja de aumentar, y hay que aprovecharla.