La sede de Bildu ha sido escenario del encuentro entre Eneko Andueza del PSE y Arnaldo Otegi. Según los socialistas se trata de una reunión más, dentro de la ronda de conversaciones que el nuevo líder socialista quiere entablar con las organizaciones sociales y políticas vascas. Andueza ha explicado al anunciar que está dispuesto a alcanzar acuerdos puntuales, en lugares puntuales, sobre asuntos puntuales con las gentes de EH-Bildu, en función de la necesaria estabilidad. De hecho, si Otegi ha apoyado los Presupuestos de Sánchez, no hay nada que impida que se alcancen acuerdos similares en el parlamento de Vitoria.

La relación que el sanchismo ha entablado con Bildu tiene consecuencias muy serias. El PSOE persigue mantener su estabilidad parlamentaria. El segundo, alcanzar su legitimidad política e histórica mediante pactos con el Gobierno de España. Los acuerdos de Sánchez con Bildu, trasladados en un futuro no muy lejano a Euskadi, pretenden limpiar de un plumazo el pasado terrorista de Otegi y sus compañeros. Y todo con un único fin: garantizarse el poder en Madrid y perpetuarse al frente del PSOE.

El problema es que la falta de escrúpulos del presidente del Gobierno afecta al corazón de la democracia española. Bildu no es una fuerza política más, sino un partido político orgulloso de su herencia etarra.