500 euros al año. Eso es lo que nos va a costar a las familias españolas la subida de la luz, del butano y de los carburantes. Reducir el encarecimiento de la energía hubiera exigido reformas que el Gobierno no hizo a tiempo. No es buena noticia esa subida de los precios, ni para nuestros bolsillos, ni para la marcha del conjunto de la economía. Los españoles estamos muy preocupados por la salida de la crisis, mucho más preocupados que el resto de los europeos, según han puesto de manifiesto los últimos sondeos. Se entiende que tengamos el ánimo tan bajo porque hemos sufrido mucho. Ya veremos lo que supone la quinta ola. Pero de momento, lo que dicen las previsiones es que el incremento de la vacunación permitirá una rápida recuperación de los servicios.

Con la llegada de los fondos europeos, con la recuperación del turismo y la llegada de más visitantes extranjeros, lo normal es que se produzca un fuerte rebote. El problema no es la recuperación sino qué recuperación tendremos. Si se despejan las incógnitas de los fondos europeos y del turismo, el gran reto será hacer frente a una bolsa demasiado grande de parados de larga duración. Todavía a final de junio había casi 450.000 personas en ERTE, a lo que hay que sumar los autónomos en cese de actividad. Si el dinero de los fondos no se utiliza para modernizar y diversificar nuestra economía, será difícil reducir el paro de larga duración, será difícil evitar nuestra alta vulnerabilidad.