El Presidente del PP, Pablo Casado, ha clausurado este domingo la Convención Nacional del partido con un discurso a los 30 años de la refundación que llevara a cabo Manuel Fraga, y estableciendo una cierta analogía con aquel momento histórico. La refundación del centroderecha, como ha recordado Casado, supuso la unión de los conservadores de AP, de los liberares del propio Partido Liberal y de los democristianos del PDP; una refundación ante la que nadie preguntaba entonces de dónde venían quienes la abanderaban, sino a dónde querían ir y qué proyecto querían impulsar.

Las declaraciones que, en esta línea, ha hecho Casado este fin de semana han sido sin duda lo más interesante de una Convención que ha hecho explícito el reto de una nueva refundación del Partido. Ha sido un gran acierto volver a hablar de principios y valores, de libertad y de igualdad, y que se hayan vuelto a poner los acentos en la unidad en lugar de hablar de exclusiones. Ya se ha podido comprobar qué frágil es un proyecto que solo se cimienta sobre la recuperación económica.

El PP ha de ser, en palabras de Casado, la fuerza tranquila pero implacable frente al nacionalismo, el populismo y la rendición socialista; un partido que, para volver a ser el que fue, ha de recuperar sus raíces sin complejos, afrontar en serio la propia regeneración, estar abierto a la sociedad y ponerse al servicio de todos los españoles.