El martes pasado el acto de toma de posesión de los diputados electos al Congreso fue bochornoso. Los diputados independentistas convirtieron el acto en un escarnio. Vox teatralizó la indignación y Ciudadanos impostó un enfado sobre el que solo la Mesa del Congreso podía resolver. Finalmente, así ha sido. Después de que el Supremo notificara a la Presidenta Batet que no entraba en sus competencias la elaboración de informe alguno relativo a la suspensión o no suspensión de los diputados Sánchez, Junqueras, Rull y Turull, la Mesa del Congreso ha resuelto.

Al PSOE le hubiera gustado inhibirse. De este modo Sánchez y su partido podrían presentarse ante el independentismo limpios de polvo y paja. Sin embargo, el equilibrio de poderes ha devuelto la decisión a tu titular. La Mesa del Congreso suspende a cuatro ciudadanos electos que no pueden ejercer como diputados de acuerdo con el Reglamento de la Cámara y la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Tras la resolución le toca el turno a Podemos. El Partido de Iglesias se pronuncia en contra de la suspensión, mientras que Puigdemont deja en manos de Sánchez, Rull y Turull qué hacer. Las elecciones del domingo son determinantes y todos esperan a conocer los resultados para tomar decisiones. Es vergonzoso que sean razones electorales las que hayan guiado decisiones que deberían ser estrictamente institucionales. El Congreso necesita constituirse de manera estable y la investidura del nuevo Presidente debe producirse cuanto antes, sea cual sea la nueva mayoría.