Un nebuloso clima de confusión y perplejidad envuelve la nueva oleada de contagios del Covid-19, sin que el Gobierno haya aprendido gran cosa de los peores momentos de expansión de la pandemia. Ante las duras semanas que se avecinan, según reconoció el propio presidente Sánchez, da la impresión de que es el propio Gobierno el realmente interesado en alimentar el desconcierto. Es lo que se desprende del doble juego al que se dedica con su aparente oferta de colaboración con las autoridades madrileñas para atajar los descontrolados brotes del virus, y el solapado apoyo del Partido Socialista a la manifestación de protesta que sus aliados de Podemos preparan para el próximo domingo en la capital de España. Si el delgado del Gobierno en Madrid no impide ésta concentración, podría repetirse la irresponsabilidad de aquél polémico 8 de Marzo.

Al tiempo que esto ocurre, el ministerio de Sanidad, que ya reconoció la inexistencia de un comité de expertos que asesoraba al Gobierno durante la desescalada del estado de alarma, anuncia ahora una reunión de otra comisión de científicos ante la nueva y alarmante situación epidemiológica. Ojalá sirva de algo, aunque el Gobierno no debería despreciar el clamor del grupo de destacados científicos que ha pedido reiteradamente una investigación independiente sobre la gestión de la pandemia. Si el Gobierno hubiese querido apostar por la transparencia, esa auditoría arrojaría mucha luz a la hora de tomar nuevas medidas, basadas en un conocimiento alejado de contaminación política.