El Plan de Estabilidad Presupuestaria que el gobierno de Pedro Sánchez acaba de remitir a Bruselas rebaja en una décima el incremento del PIB previsto para este año. Pese a que sigue instalado en el optimismo, los datos parecen llevarle la contraria. Lo que se ha enviado a Bruselas asume que a los funcionarios se les va a subir el sueldo un 2% y que el incremento medio de las pensiones estará en torno al 0,9%. Esto supone que el gobierno deberá conseguir la mayor recaudación impositiva de los últimos años.

Pero lo más grave de las previsiones del gobierno está en que no tiene en cuenta el más que probable empeoramiento de la situación general de la economía mundial. Por otra parte carece por completo de una política económica activa en un momento de incertidumbre, entre otras cosas debido a sus intereses electorales.

El plan de Sánchez olvida lo que el Fondo Monetario Internacional acaba de pedir a los gobiernos mudiales. Que eviten a toda costa cometer errores políticos en sus medias económicas, para que no se frene aún más la inversión y se produzca un aumento de la destrucción de empleo. El impacto negativo de la guerra comercial entre Estados Unidos y China y la incertidumbre de la economía alemana pueden lastrar un crecimiento que demanda cabeza fría y un plan de contención de riesgos que el gobierno de Sánchez parece no tener ni siquiera como proyecto.