Desde que el coronavirus llegó a nuestras vidas, todo ha cambiado por completo. Sin duda a los que más les ha cambiado la vida, es a nuestros profesionales sanitarios que día a día se desviven por salvar vidas. Son conscientes de que se juegan la vida e incluso la de sus familiares, al convivir con ellos.

Por eso, muchos tomaron la decisión de abandonar sus casas, sus familias, sus mujeres e hijos para no contagiarles. Decidieron irse a vivir a hoteles o a casas que tenían vacías. Pero muchos no tienen esa suerte ni esa posibilidad y tienen que ir a sus casas donde allí les espera su familia.

En COPE hemos conocido la historia de Marta Arsuaga, es médico especialista de enfermedades tropicales. Después de una dura jornada de trabajo, Marta siempre tiene miedo al volver a casa, para no contagiar a sus hijos y a su marido. Por eso, utiliza todas las medidas de protección posibles, en el trabajo se desinfecta sus manos, la ropa… y al llegar a casa, se quita la ropa, la mete a la lavadora y va directamente a la ducha antes de tener ningún tipo de contacto con su familia “dentro de lo que cabe se que el riesgo nunca es cero, pero tampoco lo es en mi vida habitual, yo trabajo con enfermedades tropicales, que son enfermedades infecciosas. Como sanitaria estoy expuesta, entonces es una preocupación que me llevo a casa, pero siendo consciente y siguiendo las normas se puede evitar la transmisión” afirma Marta.

Marta ha estado al frente de enfermedades como el ébola en el 2014. Aún así, le costo creer que esta pandemia había llegado a España “nunca me imagine esta situación, el confinamiento era inimaginable, parece de película. Es verdad, que esto podía pasar y lo estamos tratando como una posibilidad que había remota y trágica. Ójala no hubiese pasado”.

Todos los profesionales sanitarios tienen un papel importante en esta gran batalla. Todos ellos tienen contacto directo con los contagiados, un riesgo que se traduce en cifras. El número de personales sanitarios afectados por coronavirus es considerable.