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PROYECTO MANHATTAN

"La última voz",un libro sobre el último superviviente del Proyecto Manhattan

Irene Reverte Chico

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 09:50

Irene Reverte Chico

El catedrático de Física Teórica de la Universidad de Barcelona José Ignacio Latorre y la doctora en Comunicación Audiovisual de la UAB Maite Soto-Sanfiel recogen en el libro "La última voz" (Ed. Ariel) el último testigo del denominado Proyecto Manhattan, el plan secreto que congregó a las mejores mentes y que inauguró la era atómica.

En una entrevista con EFE, ambos autores explican su encuentro con Ray Jay Glauber, físico estadounidense y último testigo de la creación de la bomba atómica, en un relato distendido con las vivencias de éste como parte del equipo científico del secreto plan británico-americano de los años 40.

Glauber alcanzó la fama por partida doble: más allá de su participación en este proyecto, fue galardonado además con el Premio Nobel de Física en el año 2005 por su contribución a la teoría cuántica de la coherencia óptica.

Para poder participar en un plan de la magnitud de Proyecto Manhattan se requería de una mente excepcional, tal y como queda recogido en La última voz: Glauber fabricó su propio telescopio con tan solo doce años, fue adelantado dos cursos en el colegio y, años más tarde, empezaría la carrera de Física en la Universidad de Harvard mientras cursaba varias asignaturas de doctorado.

Sin embargo, el estallido de la Segunda Guerra Mundial irrumpió en su acelerada carrera y el joven, con tan solo 18 años, fue obligado a partir hacia un lugar misterioso, secreto y totalmente desconocido, junto con las mentes más excepcionales del siglo XX: el laboratorio de Los Álamos.

En un abrir y cerrar de ojos, el joven físico se vio enfrascado en la investigación de mayor envergadura de la historia que cambiaría totalmente el panorama bélico y político del momento: "Antes del Proyecto Manhattan hubo grandes proyectos, pero ninguno tan extenso, tan lleno de incertidumbre y tan desconcertante: había algo de definitivo en él", rememora Glauber.

"Glauber era uno de los últimos científicos que trabajaron en la división teórica del Proyecto Manhattan que seguía entre nosotros durante la elaboración del libro, y el último testigo de todos los hechos vinculados a la creación y el lanzamiento de las bombas atómicas", explica Soto-Sanfiel, coautora y directora del documental Thats the Story. Roy J Glauber Remembers the Making of the Atomic Bomb, que es el germen de este libro.

El ganador del Premio Nobel falleció durante la elaboración del libro y los autores afirman que fue "todo un privilegio conocer a una persona presente en unos hechos que han cambiado la historia de la humanidad", del que además destacan su agudeza: "Era una persona irrepetible, extremadamente inteligente y con un control excelente del lenguaje, digno de su persona", señala Soto-Sanfiel.

Sobre el redactado, los autores afirman que han respetado las declaraciones del entrevistado para no caer en "juicios éticos": Glauber nos enseñó a entender los criterios éticos de una forma diferente y a no juzgar el pasado con los ojos del presente, resalta Latorre.

Así, La última voz recoge la experiencia de un personaje muy singular, pues sólo alguien desde su puesto privilegiado podría llegar a describir cuáles fueron los retos que tuvieron que afrontar, cómo se vivió el control militar en el laboratorio y la controversia que generaba lo que estaban haciendo.

Los autores del libro hacen hincapié en el "siniestro silencio" que se creó entre los científicos cuando testaron por primera vez una bomba atómica en la prueba nuclear Trinity en Nuevo México (EEUU): "Ahí es cuando fueron conscientes del monstruo que habían creado", indica Soto-Sanfiel.

Además, Latorre destaca la presencia de muchas caras y sus historias, todas relatadas en el libro, como el padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer, o el creador del primer reactor nuclear, Enrico Fermi, y condena la invisibilización de las mujeres en la física: "No hubo mujeres en el Proyecto Manhattan, aunque todo se lo deben a Lise Meitner, descubridora de la fisión nuclear".

"Tal vez sea la última voz del Proyecto Manhattan, pero yo fui más bien un observador... aunque uno muy bueno", bromeaba Glauber antes de fallecer, y cuya historia queda ya plasmada en un relato que Latorre y Soto-Sanfiel cierran así: "Aquí queda su voz. La última voz". EFE

irc/ce/cc

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