Este miércoles los españoles cumplen un mes confinados en sus hogares desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, declarase el estado de alarma para responder a la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.

Ha sido este un periodo sin precedentes en la historia reciente de nuestro país; unos días en los que los hábitos de los ciudadanos se han visto radicalmente alterados y en los que todos los esfuerzos de la nación se han centrado en la lucha contra el virus y, en un segundo lugar, en el esfuerzo por evitar un descalabro de la economía.

El Ejecutivo tomó la decisión de aplicar el estado de alarma, contemplado en el artículo 116 de la Constitución, una semana después del 8 de marzo, fecha clave por la celebración de las marchas por el Día Internacional de la Mujer y de otros cientos de eventos multitudinarios en todo el país. Además, ese fue el día en que el Gobierno reconoció —a posteriori, eso sí— que la curva de contagios se agravó y sufrió un punto de inflexión.

El día en que Sánchez compareció para anunciar la medida a los españoles, nuestro país contaba ya con 5.753 infectados y 136 muertos. También hasta esa fecha 517 personas habían sido dadas de alta.

El largo camino para doblegar la curva

Las dos semanas siguientes fueron extremadamente duras. Aunque Estados Unidos superó a España el 20 de marzo como el país con la peor curva de contagios (no así de muertos), las cifras de infectados y de fallecidos en España siguieron aumentando progresivamente. Especialmente funestos fueron los días del 22 al 26 de marzo, donde se pasó de los 3.646 nuevos casos declarados el día 22 a los 8.578 del 26. El pico histórico diario de contagios se produjo el último día de marzo, con 9.222 nuevos positivos.

Las muertes siguieron una evolución similar. La gran escalada tuvo lugar entre el 21 de marzo y el 2 de abril. Aquellos días empezaron con el dato de 235 nuevos fallecimientos y acabaron con los 950 muertos del 2 de abril, es decir, rozando las mil muertes en veinticuatro horas.

La única buena noticia venía de las altas hospitalarias. Entre los días 23 y 25 de marzo se produjo un punto de inflexión en la única curva buena de la pandemia y el número de curados diario fue ascendiendo paulatinamente hasta el pasado 8 de abril, que con 4.813 altas se convirtió en el día en que más gente salió del hospital.

Entretanto, el 25 de marzo, el Congreso aprobó la primera prórroga del estado de alarma y el 4 de abril España superó a Italia en número de casos, a pesar de tener menor población y haber gozado de una semana de “ventaja” para prepararse ante los efectos del virus. El 9 de abril volvió a prorrogarse el estado de alarma.

Mirando los datos de las últimas dos semanas, puede observarse que España ha llegado ya al pico de su curva de contagios y muertes. El problema es que el descenso no está siendo todo lo rápido que se desearía: este martes, doce días después del máximo diario de fallecidos, la pandemia segó la vida de otras 567 personas.

Además, otro dato señala que España tiene aún mucho camino por recorrer: es el país del mundo con más casos por millón de habitantes (técnicamente, Luxemburgo, Islandia y Andorra tienen una tasa de contagio más alta, pero ninguno llega a la población de Zaragoza).

Cambios en la rutina diaria

Además de la evolución de las cifras de contagios, muertes y altas, este primer mes de cuarentena ha supuesto un importante cambio en los hábitos de vida de los españoles. Con la mayoría de ciudadanos confinados en sus casas, el país ha vivido una transformación inimaginable hace solo un par de meses.

Muchas de las rutinas ordinarias en la vida de los españoles se han visto radicalmente interrumpidas. Así lo muestra un informe elaborado por Google, que ha analizado la movilidad de los ciudadanos desde el inicio de la cuarentena a partir de la monitorización de dispositivos móviles.

El estudio, realizado entre el 15 de febrero y el 5 de abril, pone de manifiesto, por ejemplo, que los desplazamientos a lugares de ocio, bares y restaurantes entre otros, se han reducido un 94%. Algo similar ocurre con los movimientos en torno a parques, con una caída del 90%, e incluso con los viajes a comercios de alimentación y farmacias, permitidos por el decreto regulador del confinamientos, que se han reducido un 77%.

El uso del transporte público también ha caído drásticamente, un 89%, y el movimiento hacia lugares de trabajo se ha reducido un 68%. La consecuencia lógica de todo esto es el aumento del tiempo que los españoles pasan en sus hogares, que se ha incrementado un 23%.

Este ha sido a grandes rasgos el primer mes de cuarentena en nuestro país. No se sabe con certeza cuánto tiempo más deberán permanecer confinados los españoles, pero Pedro Sánchez ya adelantó que casi con total seguridad el estado de alarma volverá a renovarse el 26 de abril.

En cualquier caso, el Gobierno afronta ahora el desafío, no exento de riesgo, de comenzar a reactivar la economía después de un periodo de diez días de paralización casi total. Solo el tiempo dirá si la decisión provocará un rebrote de contagios o si, por el contrario, hemos llegado ya a una fase de relativo control de la enfermedad. Lo cierto es que los autónomos y las pequeñas y grandes empresas no pueden esperar mucho más para retomar su actividad.