Durante el verano son habituales los cierres y las reaperturas de las playas. Se debe principalmente a alteraciones de los parámetros biológicos en las analíticas de control del mar o a la presencia de bacterias fecales. Las principales causas son la sobreexplotación turística, el vertido de sustancias, el funcionamiento ineficaz de los sistemas de saneamiento o, incluso, el empleo de la crema solar no biodegradable. Bañarse en estas aguas contaminadas puede acarrear infecciones o fiebre.

Este verano ya hemos visto casos de cierre de playas por contaminación o por bacterias fecales. El viernes, el Ayuntamiento de Elche reabrió la playa de Carabassí tras 24 horas cerrada por exceso de residuos, algo que ya había ocurrido en julio. Este no es el único ejemplo de este año, ha sucedido recientemente también, por ejemplo, en Guardamar (Alicante), en El Puig (Valencia) o en el Arenal (Jávea). Cuando se cierran las playas, se indica con banderas rojas que muchos usuarios creen que se deben al oleaje.

El baño en las aguas contaminadas puede tener consecuencias en la salud como infecciones. “Si una playa tuviera valores elevados de sus aguas por bacterias, se decretaría el cierre inmediato y se prohibiría el baño ya que en caso de no hacerlo los usuarios podrían tener infecciones de tipo ocular, auditivo, en el sistema urinario, en el torrente sanguíneo o en cualquier herida, además de cuadros febriles y diarreicos”, explica el profesor de la Escuela Superior de Ingeniería, Ciencia y Tecnología de la Universidad Internacional de Valencia, José Javier Alonso Mateos.

Las soluciones, según indica el portavoz de Ecologistas en Acción, Cristóbal López, pasan por planificar y racionar los recursos, imponer un límite al aforo turístico de las poblaciones de costa, sancionar a las empresas contaminadoras y modernizar las infraestructuras de saneamiento. “Todo se puede conciliar, se puede conciliar el turismo, la industria, pero hay que ser respetuosos con el medio”, afirma López.

Informe Banderas Negras

La ONG Ecologistas en Acción ha elaborado el informe Banderas Negras que otorga a cada provincia dos banderas negras por contaminación y mala gestión ambiental de las costas españolas. No solo se otorgan banderas negras a playas o zonas costeras, sino también a industrias contaminantes, entre otros, como explica López, que es también el coordinador del informe.

El estudio de 2023 hace especial hincapié en los efectos de la proliferación de playas caninas que han sido designadas por los ayuntamientos sin una evaluación previa de impacto ambiental. “Suelen ser las playas poco accesibles, lejanas, remotas, pero el problema es que estas playas normalmente son de las pocas del litoral de ese municipio o de esa zona que tienen todavía cierta vida natural y salvaje”, afirma el coordinador del informe. Uno de los principales efectos, según la ONG, es la persecución a las aves por parte de los perros.

“Si esa playa tenía aves que anidaban, aves migratorias o, incluso nutrias si están cerca de ríos, y de repente empieza a haber decenas de perros, la naturaleza se ve alterada. El perro es un depredador y persigue a las aves, aunque sea jugando. Así, toda esa biodiversidad se pierde, ningún ave va a anidar entonces en esa playa”, añade López.