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Se cuadruplican los casos de bruxismo a raíz de la pandemia: "No podía abrir la boca más de dos centímetros"

El 23 por ciento aprieta o hace rechinar los dientes de forma inconsciente y, generalmente por la noche, frente a tan solo el 6 por ciento de la población hace cuatro años

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Carmen Labayen
@carmenlabayen

Jefa de Sociedad, Nuevas Tecnologías y Casa Real en COPE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 01 may 2023

Casi 1 de cada 4 personas aprieta o hace rechinar los dientes de forma inconsciente y, generalmente por la noche, frente a tan solo el 6 por ciento de la población en 2019, según datos del Consejo General de Dentistas y la Fundación Dental Española. Además de dañar nuestros dientes, el bruxismo provoca dolores musculares y hasta de cabeza. Muy ligados al estrés y a la tensión emocional, los casos se han cuadriplicado con respecto a antes de la pandemia.

Son muchas las consecuencias para nuestra salud, además del impacto bucodental, y es que, según explica a COPE el presidente del Colegio de Odontólogos Estomatólogos de Madrid, Antonio Montero: “provoca alteraciones en los dientes de desgastes y de roturas de dientes, problemas y contracturas en la musculatura que rodea a la mandíbula, chasquidos, limitaciones de apertura de la boca, dolores de cabeza o dolores de cuello”.

Y los casos de bruxismo son cada vez más frecuentes en las consultas. De hecho y, según Montero: “he pasado de ver un paciente con una fractura de diente por apretar de noche antes de la pandemia a ver un caso diario después, es un aumento exponencial. Igual que ha crecido mucho el consumo de ansiolíticos o los pacientes que van al psicólogo, pues lo mismo sucede con este problema que tiene mucho que ver con la tensión emocional, de forma que personas que antes no apretaban los dientes ahora lo hacen”.

Aunque hay casos de bruxismo diario, generalmente el apretamiento y rechinamiento sucede durante la noche porque es cuando menos control tenemos. Es un movimiento, en este caso, inconsciente que nos lleva a hacer movimientos masticatorios que desgastan o liman los dientes. Además de los genes, que también influyen, en el desarrollo del bruxismo pesa lo que más el estilo de vida.

“Puede haber incluso un 70 por ciento de pacientes que viven en las ciudades que, por el estrés del tráfico y de la vida cotidiana, aprietan los dientes por la noche, pero eso no quiere decir que todos necesiten tratamiento porque a lo mejor es una fase y no genera necesariamente una patología dental”, subraya Montero.

Afecta por igual a adultos y niños y tanto a hombres como a mujeres pero, según la cirujana oral y maxilofacial del Hospital Universitario Nuestra Señora del Rosario, Gui-Youn Cho Lee, “la edad más frecuente de inicio está entre los 17 y los 20 años y la remisión espontánea se suele producir después de los 40 años en los casos de bruxismo crónico, puede desaparecer por sí solo en cualquier momento de la vida”.

El único tratamiento posible es una férula de descarga que, según recuerda, no cura el bruxismo, simplemente palía sus síntomas al evitar tanto el desgaste de los dientes como el dolor en la musculatura de la masticación. Recomienda además esta doctora evitar comer chicles, frutos secos, fruta a bocados, bocadillos. Y en el caso de dolor muy intenso usar además medicación antiinflamatoria y relajantes musculares no más de dos semanas seguidas.

Las férulas de descarga: no te curan pero sí limitan los daños

“La férula tiene estar prescrita por un dentista y debe estar personalizada, ser exactamente de las medidas y conforme a la oclusión del paciente. Eso lo que hace es que durante la noche, aunque apretemos nuestros dientes, están protegidos y no se puedan desgastar y, además, como no nos deja cerrar la mandíbula hasta el final, produce una cierta relajación de los músculos y por eso se llama también férula de relajación” subraya Montero.

Con esa férula duerme desde hace ya dos años Cristina, que experimentó una mejora cuando comenzó a usarla, la considera un mal menor: “se nota bastante porque antes de utilizarla, la mandíbula me dolía horrores, tanto que no podía abrir la boca más de dos centímetros. Es verdad que dormir con ella es un poco incómodo, pero entre usarla o tener que costear un implante de 2.000 euros, la verdad es que no se me suele olvidar ponérmela”.

Paula reconoce que no la usa más que de vez en cuando pese al desgaste del esmalte de su dentadura, a Diego también se la prescribieron pero no la llegó a utilizar y su bruxismo acabó desapareciendo y Patricia está ahorrando para poder costear esa férula porque, según nos cuenta, “hago mucho sonido y aprieto muy fuerte los dientes por la noche, me duele la mandíbula y también lo noto en la sien con dolores de cabeza, utilizar una férula sé que es bueno para mi salud”.

En paralelo al dentista, puede ser útil para algunos pacientes hacer psicoterapia para mejorar su capacidad de relajación o ir al fisio para aliviar las zonas contracturadas.




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