En el año 2015 surgió el término denominado cultura de cancelación, el cual comenzó a popularizarse en 2018. Este se define como la retirada del apoyo a una persona, empresa u organización para castigar una acción o comentario ofensivo para la sociedad. Más tarde, en 2017 este término se popularizó con el movimiento ‘Me too’ cuya finalidad era denunciar las agresiones y el acoso, a partir de las acusaciones realizadas contra el productor de cine Harvey Weinstein.

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Sin embargo, esta cultura no solo afecta a la libertad de expresión, sino que también genera efectos psicológicos en los usuarios de las redes sociales. Por ello, la psicóloga sanitaria, legal y forense Noelia Ugena Sánchez ha explicado en COPE este fenómeno ¿Cómo definirías psicológicamente la cultura de la cancelación? “Como la cancelación o invalidación de una persona, por exponer públicamente una idea o comentario que se considera fuera de lugar, siendo juzgado de una manera muy exagerada o cruel”, explica la psicóloga. Además, cancelar a una persona origina que ciertas existencias sociales sean eliminadas, ya que se le “rechaza socialmente”.

En caso de caer en esta cultura, "los usuarios pueden desarrollar miedos a la hora de expresarse, pueden aparecer dudas e inseguridades sobre él mismo o ella misma, la pérdida de sus valores, falta de sueño y trastornos tan importantes y graves como son el Trastorno por Ansiedad y el Trastorno por Depresión", subraya. Incluso en algunas situaciones se ha detonado el suicidio "porque esta situación puede conducir a padecer trastornos tan importantes como la depresión y junto con ello sentir desesperanza, frustración, arrepentimiento hacia la realización de la acción".

¿Nos pueden 'cancelar' a todos?

Por otro lado, debemos distinguir dos perfiles. Por un lado, las personas famosas las cuales son más proclives a que se les cuestione lo que dicen. Mientras que en el caso de personas anónimas: el resto de la población, en general los jóvenes, no tienen una exposición a la esfera pública como la que tendría un personaje público (en general son menos proclives). Sin embargo, en ambos casos sufren, porque "en el caso de los famosos viven mayoritariamente de los ingresos procedentes de su imagen, por consiguiente, el daño aparte de psicológico es económico. En el caso de los jóvenes, tratan de sentirse parte de un grupo y encajar en la sociedad, por consiguiente, al ser rechazados se desencadena su sufrimiento".

Si una persona se vea afectada por 'la cultura de la cancelación', “debe actuar con firmeza, seguridad, siendo prudente a la hora de expresar sus opiniones y practicando la asertividad”. Por otro lado, para evitar ser víctima de esta cultura se pueden poner en marcha dos planes:

En primer lugar, “debemos ser fieles y seguros a nuestros principios y cuidados como hemos comentado a la hora de expresarnos”.

En segundo lugar, "se debería eliminar ya que no nos permite expresarnos con libertad", subraya.

En definitiva, la cultura de la cancelación repercute sobre el derecho de la libertad de expresión. El hecho de poder hablar de cualquier tema y desde cualquier perceptiva evita construir una visiónunitaria sobre las cosas. Por lo tanto, el hecho de cancelar a una persona hace que se eliminen ciertas existencias.