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El curioso negocio que sobrevive a la España Vaciada en medio de un pueblo de Zamora: "Soy un afortunado"

Pedro Ferrero, un valiente que se arriesgó para cumplir un sueño como tatuador en Santa Cristina de la Polvorosa, y a su negocio acuden vecinos de otros pueblos

"Ojalá que a todo aquel que apuestase por quedarse en el pueblo le fuese tan bien"

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 15:00

La España vaciada, esos lugares de la península que en ocasiones menospreciamos simplemente por el número de habitantes que tienen. Estos municipios esconden tesoros, y algunos de ellos florecen en forma de historias humanas. Hoy vamos a conocer una de ellas.

Santa Cristina de la Polvorosa, así se llama el pueblo más pequeño de Castilla y León que cuenta con un estudio de tatuajes. “Rural Tatoo” es el nombre del local que ha hecho más tatuajes que vecinos tiene el pueblo. Pedro Ferrero es el propietario del local, y la persona que tuvo la valentía de adentrarse en esta aventura.



A Pedro le dio igual el riesgo que tenía arrancar este proyecto, su pasión y su amor por lo rural le llevaron a hacerlo: “Dentro de la locura que suponía simplemente pensarlo, la ubicación del estudio no podía ser en otro lugar que no fuese un pueblo. Yo soy muy rural, como mi estudio de tatuajes”.

Más de 1.500 tatuajes han salido de “Rutal Tatoo”, un dato increíble si tenemos en cuenta que Santa Cristina de la Polvorosa no tiene más de 1.000 habitantes: “Soy un afortunado. Desde el primer día que abrí las puertas nunca he tenido un día sin trabajar. Tenía 19 clientes en lista de espera antes de que abriese el estudio, y los 7 primeros fueron vecinos del pueblo”.

“Soy de pueblo, aquí se trabaja y se vive de otra manera”

Para Pedro el trato con sus clientes es la parte más importante de su trabajo, la cercanía, la confianza y la cordialidad es lo que más valora del pueblo: “Todos nos conocemos y todos estamos para ayudar a los demás, y mi estudio va en esa linea”.

Pedro solamente tiene dos citas al día, turno de tarde y de mañana, le da igual el tamaño del tatuaje el trato es el mismo para todos: “Yo tengo clientes que han acabado siendo amigos, y que no tienen porqué venir a tatuarse aquí pueden venir incluso a tomarse un café”.

Esto no siempre ha sido así para Pedro, él vivió 5 años en Gijón y echaba de menos la cercanía de los pueblos. Trabajó como educador infantil en una guardería, y también fue educador de calle para la junta de Castilla y León. Un mundo completamente opuesto al del tatuaje y al del mundo rural.

Le detectan un tumor en el cuello, y termina tatuando a la mitad de un pueblo de Zamora: Soy un afortunado

Un susto que cambió su vida para siempre

A Pedro le detectaron un bulto de grasa en el cuello que se complicó, e hizo que su forma de afrontar la vida cambiase por completo: “Parece que vamos a estar aquí eternamente y de pronto la vida te enseña los dientes, y te das cuenta de que debes apostar con todas por lo que te hace feliz”.

Durante años compaginó los trabajos que le daban de comer con los él que siempre había soñado, el arte: “Expuse mi arte por galerías de toda España, hasta que llegó el momento de decidir”. Esta pasión por el arte y el pequeño susto que vivió, le empujaron a apostar por la aventura del tatuaje.

“Es un sueño que afortunadamente se ha hecho realidad”

Está claro que el tatuaje ha roto muchas barreras, ya no está tan estigmatizado como antes. “Rural Tatoo” es el lugar de confianza para clientes de todo tipo, y de todas las edades: “Hace menos de un mes tatué a una mujer de 79 años, y fue una sesión que no olvidaré jamás”.

Florentina, así se llama esta señora, que quiso grabar en su piel un homenaje a su madre. Historias como esta son las que llenan a Pedro, son aquellas por las que volvió al pueblo: “Mis clientes eligen la música que quieren escuchar durante la sesión para hacerlo más ameno y que se sientan como en casa. Esta señora me pidió copla y jamás lo voy a olvidar”.



Un estudio de tatuajes en la España vaciada, bendita locura. Un lugar único, regentado por alguien muy especial. Pedro se arriesgó y ganó, él es feliz: “Ojalá que a todo aquel que apuestase por quedarse en el pueblo le fuese tan bien. Yo estoy muy agradecido a mis clientes por todo lo que me dan, no me da envidia nadie”.

Esta historia es un claro ejemplo de que los sueños se cumplen, y Pedro motiva a todos a que nos atrevamos a perseguirlos. Da igual el lugar, lo que importa es la pasión y la cercanía con la que haces las cosas.

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