Los residuos plásticos suponen un gran problema para el medio ambiente, sobre todo para los mares, pero también pueden ser perjudiciales para la seguridad alimentaria, dado que los microplásticos pueden pasar a la cadena alimenticia y, de paso, a nuestro organismo.

Tal y como define la Agencia Catalana de Seguridad Alimentariaen un informe realizado en 2019, los microplásticos "son partículas de material plástico de tamaño inferior a 5 milímetros de diámetro y, a menudo, microscópicas". Estos derivan en parte de la fragmentación de los macroplásticos que llegan mayoritariamente al medio acuático. Debido a su difícil degradación, estos fragmentos permanecen en el medio ambiente durante décadas.

En los últimos años se han detectado la presencia de microplásticos en algunas especies de animales que forman parte de nuestra dieta, pero también se han detectado en otro tipo de alimentos, como la sal, la cerveza o en agua del grifo.

En 2018, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) analizó 102 alimentos de origen marino y detectaron la presencia de microplásticos en 69 de estos. Un ejemplo de esto es la sal, que contenía en el 66 por ciento de las muestras microplásticos. En el 71 por ciento de los moluscos encontraron también este tipo de plástico.

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Cuatro años antes de esto, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) identificó a los micro y nanoplásticos como un riesgo emergente. Desde entonces se está trabajando para en el estudio de estos y en el análisis de sus posibles efectos para la salud.

"Los datos disponibles con respecto a la presencia de microplásticos en alimentos, la biodisponibilidad, toxicidad y toxicocinética, y la correspondiente exposición humana, son escasos y están sometidos a muchas incertidumbres", según los datos del informe realizado por la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria.

Aunque todavía queda mucho por avanzar en este terreno, algunas investigaciones apuntan a que los microplásticos podrías estar relacionados con algunas enfermedades inflamatorias del aparato digestivo. "Por el contrario, sí que se conoce bastante bien la toxicidad de buena parte de los aditivos y de los contaminantes ambientales que pueden liberarse de las partículas de microplásticos", añade el informe.

Cómo mitigar esto

La OCU, a modo de prevención, ofrece 5 claves para reducir nuestro consumo de plásticos y así ayudar al mitigar el problema de los microplásticos:

1. No usar bolsas de plástico. En su lugar debemos cambiarlas por bolsas reutilizables o por un carro. De esta forma estaremos limitando el uso de bolsas de plástico.
2. Comprar a granel y elegir siempre los productos envasados que no usan plástico.
3. Utilizar cantimploras metálicas o botellas de reutilizables, que no sean de plástico, para el agua.
4. Buscar alternativas duraderas y que sean biodegradables a los productos desechables como las maquinillas de afeitar, bastoncitos, las toallitas húmedas, etc.
5. A la hora de comprar ropa o productos textiles, debemos optar por las fibras naturales, como el algodón o el lino, antes de comprar una prenda hecha con fibras sintéticas, como poliéster o elastán. Pero, si estas fibras proceden de plástico reciclado, se puede hacer la excepción.