Según datos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ), se calcula que la mitad de los hombres y el 25% de las mujeres ronca. En efecto, los ronquidos son uno de los trastornos de sueño más comunes. La razón se debe a que mientras dormimos, los músculos que mantienen abiertas las vías respiratorias se relajan, por lo que estas se estrechan y vibran más. Eso hace que se provoquen estos desagradables ruidos nocturnos. 

Pese a ello, existen numerosos trucos y de productos en el mercado para acabar con los ronquidos, como las tiras nasales o las almohadas especiales. Pero también hay algunos alimentos que los potencian y otros que pueden ayudar a evitarlos.

El alcohol, por ejemplo,  es uno de los responsables de los ronquidos nocturnos ya que ayuda a que los músculos del velo del paladar y de la garganta se relajen. Esto hace que haya menos espacio para que pase el aire, lo que produce las incómodas vibraciones sonoras.

Hay otros alimentos que también pueden potenciar los ronquidos, como los alimentos fritos o los lácteos, pues al ser difíciles de digerir, ralentizan la digestión.

ALIADOS FRENTE A LOS RONQUIDOS

Frente a ellos, existen otros que pueden servir como dique de contención. Entre ellos destacan las hierbas aromáticas, principalmente el romero y la menta, que limpian la garganta y son muy efectivos contra la congestión nasal. 

El ajo también es un gran descongestionante que ayuda a limpiar las zonas respiratorias, como los alimentos ricos en omega 3, desde los frutos secos al salmón. Todos presentan propiedades antiinflamatorias que facilitan la respiración durante el sueño. Por el mismo motivo destaca el aceite de oliva.

Aunque no hay una fórmula mágica para acabar con los ronquidos, sí existren ciertos trucos para combatirlos, como evitar dormir bocarriba, no fumar antes de dormir o hacer gimnasia con la lengua.

No obstante, los ronquidos también pueden ser un síntoma de apnea obstructiva de sueño, un síndrome que provoca el colapso de las vías respiratorias superiores mientras se duerme, lo que reduce los niveles de oxígeno. Semejante falta de sueño provoca somnolencia excesiva durante el día, trastornos respiratorios, problemas cardiovasculares y mala calidad de sueño. Por eso, ante cualquier anormalidad, debes acudir a tu centro de salud más cercano.