Javier Cortés ha concluido una temporada que tuvo como grandes cimas la Goyesca del 2 de Mayo en Las Ventas o su paso por la Feria de Santiago de Santander. Una campaña en la que ha experimentado una profunda evolución en su concepto, consiguiendo dar un paso más en su forma de entender la tauromaquia.

Tras su último paseíllo en el festival de Chinchón, Cortés repasa sus cinco tardes en Las Ventas: “Han sido tardes muy diferentes en las que he matado todo tipo de ganaderías. Me quedo con la tarde del 2 de mayo en la que los aficionados pudieron ver un poco de lo que yo puedo llegar a ofrecer”.

El diestro de Getafe reconoce la presión que supone torear en Las Ventas cuando la afición está pendiente de él: “Sí he notado que la gente me esperaba ilusionada cada tarde que he estado anunciado en Madrid”.

Sobre su evolución como torero, Javier Cortés cree que su toreo, durante esta temporada, “ha ganado en expresión artística, aunque para estructurar faenas a animales complicados y que no lo ponen fácil es necesario tener una técnica muy depurada”.

Cortés también hace autocrítica y opina que a su temporada “le ha faltado poder torear un toro a gusto en Madrid y pisar plazas que creía tener después de la tarde del 2 de mayo”.

Sobre un recuerdo especial de éste 2018, Javier Cortés rememora el momento de estar “en la enfermería la tarde del 2 de mayo. Mientras me quitaban la taleguilla se escuchaba al público pedir con mucha fuerza la segunda oreja, ésa que el presidente no quiso dar”.