La bondad y repetición de los ejemplares de Rancho Seco permitieron al diestro Antonio Ferrara realizar su propuesta para el público de La Mexico. Un concepto del toreo mas pendiente de los tendidos y las cámaras que de sacarle todo el jugo a sus rivales. El matador europeo con afección simuló ceder la suerte de banderillas a su subalterno y prestó su hombro al ganadero cuando se retiraba al callejón después de dar el propietario de Rancho Seco la vuelta al ruedo.

La puerta grande la abrió con un Rancho Seco de ensamble sin terminar y apolíneo que fue utilizado para una combinada de ejecutantes del palitroque. En esta ocasión vibrante. El ejemplar de bravura nítida recibió una lidia a media altura y en paralelo de Antonio Ferrera. Las distancias que asumió en las primeras tandas, el extremeño las mantuvo cuando bajó la mano en las postrimerías de la fase de muleta. Ferrera desperdició las condiciones del buen toro que se fue en arrastre lento. Tras certera estocada, recibió dos orejas que debió llevar puestas al desolladero el Rancho Seco.

El español no logró lucir su capote de color azul mantel para el tarot, tampoco con el quinto del sorteo. Con la muleta citó siempre sin cruzarse al noble, adornando el gesto al tiempo que abreviaba y ahogaba los pases. Sabedor de la bondad del astado, Ferrera jugó la carta del indulto con naturales por bajo, muy ventajistas por las ya mermadas fuerzas de su rival. Pinchó en distintas ocasiones.

Un Rancho Seco con justa, pero suficiente de presentación y casta confirmó a Francisco Martínez, evidenciando con su movilidad y bondad la falta de sitio del torero. Martínez dejó muchos pases sueltos sin hondura alguna y mató de buena estocada. La injustificable oreja que recibió añade falta de seriedad a las decisiones del palco de autoridades.

Con el cierra plaza, Martínez naufragó ante su poca casta. Los mejores pares de banderillas y las peores faenas fueron obra del mexicano Uriel Moreno 'El Zapata'.

Al segundo del festejo, de buenas y tersas hechuras, lo encomendó en un tercio compartido entre los figurantes de cartel. Solo se pudo rescatar de este un par al violín, tras bailarín quiebro del “Zapata”. El espectáculo de carreras y poses, con muchos errores, agotó al animal. A los presentes los aburrió Moreno citando de lejos.

A un cárdeno bravo, Moreno lo encabritó con su pésima lidia y le costó un mundo finiquitarlo. El concurso de banderillas, ganado por “El Zapata”, dejó en evidencia la poca necesidad del mismo.