“No sé por qué será pero veo que no está igual que el año pasado”, afirma sobre las ventas de décimos un lotero en la madrileña Puerta del Sol. Él no es el único, el corazón de la capital está lleno de vendedores y compradores que siguen buscando ese número de la suerte que les permita el 22 de diciembre “tapar algunos agujeros”, como se suele decir.

Las colas de las administraciones de está icónica plaza se confunden con estos vendedores que, a voz en grito, informan a los viandantes de que disponen de lotería de la mítica Doña Manolita y, los más optimistas, dejan claro que el número que venden es el que cantarán los niños de San Ildefonso. Hay una terminación que, dejando atrás las supersticiones, es la más buscada. “Todos los años tiran por el 13”, nos cuenta.

La lotería es algo que en muchos casos pasa de padres a hijos. “Llevo 21 o 22 años aquí. Mi padre se ha tirado aquí cincuenta y tantos años”, nos comenta este lotero que durante el resto del año también se dedica a vender lotería en mercados.

En la Puerta del Sol seguirán todos ellos, como una pieza más del decorado navideño que adorna durante estos días el centro de Madrid, intentando repartir suerte entre aquellos que la quieran buscar.